José Amuy (der.) y Fidel Paguay, dos de los seis días del complejo Chiles- Cerro Negro, durante el simulacro binacional. Foto: El Comercio
El complejo volcánico Chiles-Cerro Negro, situado en la frontera entre Carchi (Ecuador) y Nariño (Colombia), es un viejo conocido de Pablo Paspuel.
El campesino es uno de los seis vigías de estas dos montañas anexas, que están en actividad volcánica desde el 2014.
Al igual que sus colegas Florentino Duque, Amable Amuy, Agustín Paspuezán, Diego Chiles y Fidel Paguay, Pablo Paspuel tiene que reportar, dos veces al día, el comportamiento del coloso.
Un radiotransmisor, conectado con el ECU 911, de Tulcán, es la herramienta que utilizan estos hombres que se han constituido en los ojos y oídos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional.
Un chaleco de color rojo los distingue del resto de 7 000 habitantes de la parroquia Tufiño, cantón Tulcán, vecina de estos volcanes.
Al otro lado de la frontera está el corregimiento de Chiles, Municipio de Cumbal, Colombia. Ahí habitan 15 000 personas, que igualmente se han acostumbrado a los sacudones y rugidos del complejo volcánico que se reactivó.
Paspuel, que alterna su tiempo entre la agricultura y la guianza de turistas, fue seleccionado porque visita regularmente las cumbres.
Pero desde hace un año, cuando fue nombrado vigía, escala los lunes y jueves al Chiles-Cerro Negro. La punta del primero está situada a 4 748 metros y la otra a 4 470.
Los otros, como Duque, fueron escogidos porque desde sus viviendas se puede ver el complejo volcánico.
Duque vive en el barrio El Carrizo. Comenta que no ha notado el hinchamiento de las paredes de las montañas, como podría suceder si se produjera el proceso eruptivo.
Amuy confirma que todo está en orden, según las observaciones que realiza desde el sector de Santa Bárbara de Car, en donde tiene su casa.
Agustín Paspuezán aprovecha las visitas a la zona de Cuazaca, en donde tiene sus sembradíos y vacas, para “echar un ojo” a las montañas.
Mientras que Diego Chiles alterna los trabajos de mantenimiento vial con la observación de las cumbres.
“Los vigías son importantes porque pueden contribuir con información vital inmediatamente”. Así explica Patricia Mothes, jefe del Área de Vulcanología del Geofísico.
Explica que si bien tienen equipos especiales colocados para medir sismos, escuchar ruidos y medir la temperatura de las fuentes hídricas, estos aliados de los técnicos pueden contribuir con detalles específicos. Recuerda que la semana anterior, durante la última erupción del Tungurahua, los vigías informaban inmediatamente sobre el color, la temperatura y tipo de granos de la ceniza que cayó.
Según Mothes, Ecuador es pionero en la utilización de vigías. Se trata de vecinos de los volcanes, básicamente campesinos que conocen la región.
“Actualmente, en el país hay 25 vigías en el Tungurahua, 42 en Cotopaxi y seis en el complejo Chiles-Cerro Negro”.
Además de observadores, son líderes de la comunidad que ayudan a la población, en caso de emergencia, comenta Mothes. El jueves último (26 de noviembre), durante el Simulacro Binacional Evacuación por la erupción del Chiles-Cerro Negro, cumplieron un papel estelar.
Junto a los técnicos de la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) indicaban a sus vecinos qué camino tomar, para la evacuación. A la par enviaban reportes por radio hasta las oficinas del ECU 911, de Tulcán.
Uno de los guías es Fidel Paguay, presidente de la Junta Parroquial de Tufiño y cabeza del Comité de Operaciones Emergentes (COE).
Como el resto de sus compañeros, realiza un trabajo voluntario. Han participado en varios talleres de capacitación.
Técnicos del SGR y del Geofísico les han instruido sobre la historia del Chiles-Cerro Negro, la sismicidad y las medidas de seguridad a tomar.
Incluso hace pocas semanas, los vigías del Chiles-Cerro Negro recibieron una charla de Javier Jaramillo, quien formó a los actuales observadores del volcán Tungurahua.
Los vigías son el enlace entre la población y las autoridades en caso de emergencia.
Hace seis días, por ejemplo, Paguay les explicaba a los habitantes de Tufiño que saldrían caminando por la vía Monte Lodo-Santa Bárbara de Car. Este es el llamado Plan B, en caso de una erupción moderada.
El Plan A prevé la evacuación en transporte hacia Tulcán.
Pero en caso extremo, con la destrucción de puentes se utilizará el Plan C, que implica una evacuación aérea.