El banano orito que produce Jacinto Verdezoto llega a Europa y a China. Su experiencia de casi 20 años en la producción y el tratamiento de esta fruta ha sido clave para conquistar el mercado internacional.
En sus 4 hectáreas que tiene en el recinto agrícola Unión Carchense, en Santo Domingo de los Tsáchilas, aprendió a tecnificar la producción y a seguir las buenas prácticas ambientales, de modo que sea apto y atractivo para formar parte de las exportaciones ecuatorianas.
Las tierras de Verdezoto, de 36 años, son parte de las 650 hectáreas que tiene la Asociación Agroartesanal de Banano Orito, en la jurisdicción tsáchila.
En esas propiedades, rodeadas por plantaciones de esa fruta, caminos de tierra y cerros, se generan hasta 19 000 cartones a la semana -de 3 a 7 kilos- que se envían a esos dos mercados.
Esta producción se mantuvo a flote durante la pandemia, gracias a las estrategias de negocios e iniciativas propias de los agricultores, como Verdezoto.
Él, por ejemplo, durante los meses del confinamiento por la pandemia del covid-19 tuvo que parar el envío del producto hacia la exportadora.
Entonces debió de ingeniárselas para que el fruto no se perdiera. Salió a los mercados locales y también a los de la Sierra para vender directamente.
Esto ya no la hacía desde años, porque desde el2007 todos los cultivadores lograron hacer un contacto con la exportadora EGLP, que se lleva todo el producto que él y los más de 300 socios cosechan. Esto lo recuerda, Marco Villota, amigo y socio de este pequeño productor.
El jueves Verdezoto, quien además es administrador de la Asociación, acudió a supervisar el empacado en las cajas de una de las productoras del grupo.
Mientras pedía a todos los trabajadores que utilizaran adecuadamente el gorro, guantes y mascarillas, Villota señalaba que eso es parte de las tareas que asumió Verdezoto (al ser administrador), como una de sus responsabilidades ante la empresa exportadora.
Además, se lo hace en cumplimiento con las certificaciones Global Gap y FLO que exigen calidad, cuidado del medioambiente, mejoras en el tratamiento de los productos y comercio justo.
Rocío Villota, quien también es parte de estos agricultores, recuerda que Verdezoto aprendió a tratar el orito bajo la enseñanza de su padre Jorge, a quien conoció en vida. Evoca el tiempo cuando el entonces adolescente iba de planta de planta con una escalera de madera artesanal y una suerte de lanza para desmontar los racimos de orito sin estropearlos, para llevarlos a los mercados.
Esa tarea era compleja para un chico de 12 años, porque implicaba el dominio de los accesorios para la cosecha y cargar consigo el producto, cuyo peso lo exponía a perder el equilibrio.
Miguel Aguavil lo vio caer unas cinco veces tratando de descender con el racimo en el hombro. Ambos crecieron juntos en la zona de la Unión Carchense por el vínculo de sus padres, que son de raíces indígenas tsáchilas.
Aguavil dice que esa destreza debe aprenderla cualquier joven que incursiona en la producción del orito.
Verdezoto es de una segunda generación de productores que siguieron la tradición de sus padres y abuelos.
Las enseñanzas no solo en el agro sino los conocimientos para los negocios le permitieron a este agricultor saber desenvolverse tanto en buenos tiempos como en las crisis, como la del covid-19.
“Al ser productores por excelencia estamos capacitados para ir a vender tanto a una exportadora como a un local en un mercado y esto es lo que hace el joven Verdezoto”, asegura Santiago Andino, presidente de la Asociación.
La jornada de este productor, responsable de colocar en el exterior 230 cajas de orito semanales de su finca, empieza a las 05:00 todos los días. Primero va a su finca, constata que el producto esté desarrollándose en condiciones óptimas y luego se traslada a la oficina del gremio.
Estos días está interesado en saber cómo avanza el comportamiento del consumo en los países adonde va el orito.
Cuenta que han bajado las compras porque es época de vacaciones y por tanto la colocación del producto mermó.
De 23 000 cajas semanales que producía la asociación hasta hace dos meses se redujo a 19 000. Esto no ha incidido en las ventas en la Unión Carchense. Según Verdezoto, la mayoría de los socios recurre a sus contactos en los centros de abasto para vender directamente.
Budy Calazacón, quien conoce a Verdezoto por otros amigos, señala que el viernes de cada semana lo ve en el mercado de la calle Ambato, en Santo Domingo, entregando el producto en pequeños cartones. Cada kilo lo vende a 87 centavos, para que exista un margen de ganancia para el comerciante.
María Pilatuana le compra hasta 30 cajas para la semana. Es clienta de Verdezoto desde hace 10 años y lo retrata como un joven amable, cordial, empático y cumplido. En la pandemia, dice, la relación se afianzó aún más.
Su trayectoria
Jacinto Verdezoto llegó a la administración de la Asociación Agroartesanal de Banano Orito en Santo Domingo, por designación de su nuevo presidente, Santiago Andino. Es el encargado de que se cumplan las exigencias de las certificadoras internacionales y de efectuar los contactos con las exportadoras.