Para las piscinas camaroneras se usa el agua de los ríos Garrapata, Mosquito y Chone. Foto: Katherine Delgado para EL COMERCIO
Los pastizales de la zona más ganadera de Manabí son reemplazados, poco a poco, por extensas áreas camaroneras en el cantón Chone.
En los últimos seis años, al menos 1 500 hectáreas que eran potreros se convirtieron en piscinas para el cultivo y captura del crustáceo en este territorio, en el que las reses eran el producto estrella.
Pero desde el 2012, la ganadería que por años dominó en este cantón ha sido desplazada por el camarón, que cada vez más seduce a los antiguos ganaderos del norte manabita.
En ese año, el área ganadera de Chone tenía una superficie de pasto cultivado de 25 599 hectáreas. De esas, el 5,8% ha sido reemplazado en estos seis años por piscinas camaroneras, según la Asociación de Productores Acuícolas del norte de la provincia, que aglutina a 200 miembros.
El año pasado, Manabí aportó con más de 40 000 toneladas de camarón para la producción nacional, que fue de 426 000 toneladas.
Para las piscinas camaroneras se usa el agua de los ríos Garrapata, Mosquito y Chone. Foto: Katherine Delgado para EL COMERCIO
Para la Cámara Nacional de Acuacultura, en la zona rural del norte de Manabí -que incluye a los cantones Chone, Tosagua, San Vicente y Pedernales- hay un crecimiento de la actividad camaronera ligada a su cercanía con ríos y ciénegas.
José Camposano, titular de este gremio, dice que el aporte de estas zonas diversifica el producto ya que regularmente se obtiene de piscinas con agua salobre. En el norte manabita, en cambio, hay camarón cultivado en agua dulce, que también es atractivo para las exportaciones.
Hasta hace unos años, solo el cantón Pedernales era considerado uno de los principales productores en la provincia. De allí sale casi el 10% de la producción nacional, con 15 ha de piscinas camaroneras.
Nicolás Moreira, presidente de la Asociación de Productores Acuícolas del norte manabita, comenta que las camaroneras sentaron sus bases en el área rural, donde siempre se presentaban problemas de sequía, inundaciones y muerte de ganado. Él estima que 12 565 ha que antes eran ganaderas ahora son camaroneras, tanto en Chone como en Tosagua, San Vicente y Pedernales.
El auge del camarón también ha incidido en la población ganadera de la provincia.
De 1 millón de reses que se tenían en el 2012 se pasó a
900 975 al 2017, de acuerdo con datos de Agrocalidad, que maneja la Asociación de Ganaderos sobre las metas de vacunación contra la fiebre aftosa.
En este gremio reconocen que el negocio de bovinos empezó a decaer en el 2012 por varios factores como: muerte de semovientes por plagas, ingreso de ganado del exterior a bajo costo, falta de revisión del precio de la libra de carne y del litro de leche.
Edgardo Moreira, presidente de la Asociación en Chone, explica que estos inconvenientes han llevado al ganadero a migrar de actividad y, con ello, el inicio de una sustitución de la fuente productiva.
En su rendición de cuentas del 2017, el Ministerio de Agricultura informó que cada año el sector ganadero recibe apoyo de la banca pública, con créditos que les permiten solventar los inconvenientes.
El 2016, BanEcuador y la Corporación Financiera Nacional entregaron USD 12 463 697 en préstamos al sector ganadero, mientras que en el 2017 el monto fue de USD 16 957 181.
Los nuevos camaroneros ven en este negocio una mayor rentabilidad. Para algunos, la inversión inicial retorna en la primera cosecha, que normalmente tarda 3 meses desde que se inicia la puesta de la larva.
Henry Andrade y Luis Alcívar cambiaron la ganadería por la crianza y cultivo del crustáceo hace cinco años, en el sitio de San Antonio.
En el antiguo potrero de 2 hectáreas levantaron dos piscinas camaroneras, con una inversión de USD 30 000. Luego de la primera puesta de larvas esperaron tres meses, en los que finalmente obtuvieron 130 quintales, que les representó ingresos por USD 45 000.
Andrade y Alcívar fueron socios en el mercado del ganado durante 15 años. Pero la muerte de una parte de sus reses a causa de la sequía y la falta de pasto los hizo cambiar de actividad. Vendieron 120 cabezas de ganado y con esos ingresos montaron camaroneras.
Los inversionistas aprovechan la fertilidad de estos territorios para sacarles mejores réditos. En Chone, el promedio de producción por camaronera es de 65 a 70 quintales.