El local de Gloria Naranjo es otra de las ‘huecas’ que más clientes tiene. Foto: Modesto Moreta/ EL COMERCIO
En la parroquia ambateña de Atocha, la tradicional bebida que se prepara con mora, naranjilla, piña, clavo de olor, hishpingo y canela no solo se oferta antes y durante el Día de Difuntos, que se recuerda cada 2 de noviembre.
En este poblado de la ciudad de Ambato, la colada morada se comercializa casi todo el año. Los lugareños quienes la elaboran y venden solo descansan el 1 de enero y Viernes Santo.
Esta tradición comenzó en el año 1900 con la familia López Pazmiño. Ellos amasaban el pan en el horno de leña. A la panadería llegaban los vendedores de pan en mulares para llevarse en grandes cajones y distribuirlos en los pueblos y comunidades.
“Mi bisabuela recolectaba el concho de la chicha y usaba como levadura para amasar el pan, ahora todo es distinto”, cuenta Ángel López propietario de la panadería Atocha, con más de 100 años de historia.
La familia de López era dueña del espacio donde hoy se levanta el parque de la parroquia. Su abuela le contó que para acompañar el pan pensó que podía elaborar colada morada y dio resultado. El local de su madre, Delia Pazmiño, se convirtió en uno de los más tradicionales de Atocha.
Luego los vecinos del sector decidieron emprender en el negocio de la colada morada, pero con empanadas de viento. Actualmente son 20 locales los que comercializan esta bebida.
Marisol Marcial, esposa de López, vende a diario entre 150 y 180 vasos de colada morada. En los feriados triplica las ventas. El vaso pequeño cuesta USD 0,60 y el grande 0,75. El pan cuesta USD 0,15 y las empanadas con queso USD 0,25.
Uno de los comensales habituales es Víctor Rojas de Expeditions Ecuatours. Constantemente visita el lugar con un grupo de personas que vienen de paseo desde Quito. “Es un lugar tradicional de Ambato. A la gente le gusta venir a saborear la colada morada con pan de Atocha”.
A 40 metros está el puesto de Guadalupe Álvarez, en la av. Rodrigo Pachano, frente al colegio Pío X. El negocio comenzó hace 20 años con sus padres Mariana Soto y César Ronquillo.
Vendían los fines de semana, pero la gente buscaba colada y decidieron salir todos los días. “Pensábamos que no venderíamos pero ahora los turistas pueden disfrutar de la colada y las empanadas los 362 días del año”.
Ellos fueron los primeros en salir a la avenida Rodrigo Pachano. Ahora hay 20 locales donde popularizaron el nombre de Atocha como la parroquia de la colada morada, del pan y las empanadas de viento.
El local de Gloria Naranjo es otra de las ‘huecas’ que más clientes tiene. Allí se levantan las quintas de Juan León Mera y Nicolás Martínez. De martes a domingo reciben a más de 700 comensales de todo el país. Junto a Ángel López son los más antiguos de Atocha.