No recuerda su nombre, dirección, ni cuántos años tiene. Sonia, como decidieron llamarla los vecinos de los sectores donde deambula, en Esmeraldas, luce de más de 80 años. La anciana camina lento, las manos le tiemblan y habla casi en susurros.
Neomicia Batalla, trabajadora social del ancianato Bishara, la conoció en noviembre del 2012. Entonces, la Policía la trasladó hasta ahí porque la encontraron perdida en las calles, en zonas consideradas como inseguras.
Estuvo en el sitio siete meses. Durante ese tiempo se trató de ubicar a sus familiares, pero los anuncios de prensa y los espacios que los medios televisivos brindaron al caso no surtieron efecto.
Lo único que se sabía de Sonia es que no quería volver a un lugar en donde supuestamente una mujer le hacía daño. Batalla cree que pudo haber sido víctima de maltratos.
Es una de las principales causas por las que los adultos mayores dejan sus hogares. También lo hacen cuando sienten que no son queridos, que son una carga para los familiares o cuando presienten que la vida se les escapa.
En la calle son vulnerables a peligros y muchos olvidan cómo regresar a sus hogares. Se pierden o desaparecen.
Como Euclides, de 88 años. Él falleció hace dos semanas. Llegó al ancianto Bishara hace 20 años. No tenía mayor información sobre su procedencia. Luego se logró ubicar a sus hijas. Ellas habían creído que falleció. Comenzaron a visitarlo pero las visitas se hicieron menos frecuentes.
María Bone asegura que no se puede abandonar a su suerte a un adulto mayor, pues necesitan cuidados especiales. Ella es la secretaria general de los jubilados de Esmeraldas. Coordina actividades recreativas para que 400 personas de la tercera edad no tengan que convivir con la soledad.
Tres veces por semana, los jubilados participan en sesiones de manualidades, baileterapia e incluso de paseos que se organizan. Pero el espacio es restringido a quienes no estuvieron afiliados al IESS.
El resto tiene pocas opciones para emplear su tiempo libre. Bone reconoce que las iniciativas que existen son privadas y por tanto tienen costo y que tampoco hay centros especializados para atender a la población de mayor edad.
Por eso se los mantiene en casa, pero no siempre en las mejores condiciones (ver puntuales con consejos). En Esmeraldas se registraron 27 377 personas mayores de 65 años, en el último censo del Instituto Nacional de Estadística, de 2010. Esto representó 2 987 más que en el censo que se hizo nueve años atrás.
No se conoce cuántos se encuentran en estado de abandono, ni senil o perdidos. Pero al Bishara, que es el único centro de retiro en el cantón Esmeraldas, llegan al mes unos cuatro en busca de ayuda.
No todos pueden ser acogidos, porque solo hay espacio para 37 hombres y mujeres. Pero Batalla dice que no todos los que son traídos quieren quedarse y que no se puede retener a alguien por la fuerza. Es frecuente que lleguen por unos días, no se adapten y dejen el lugar.
Eso ocurrió con Sonia. En junio pasado dejó el ancianato y se la ha visto por el centro de la ciudad. Ahí, por las tardes, ayuda a lavar platos en un comedor informal que se instala cuando el sol se va.
Consejos para aplicar
La vestimenta y los colores que se usen a diario pueden influir en el estado de ánimo. Es importante motivarlos para que usen trajes con tonos vivos (verde, amarillo, rojo, celeste) sin descuidar la comodidad.
El hogar debe adaptarse a las necesidades del adulto mayor. Su habitación debe tener independencia. Eso le dará un espacio donde sentirse a gusto y seguro.
Busque la ayuda de un especialista para guiarlo en el cuidado. Le pedirá que haga una lista de necesidades del adulto mayor, para satisfacerlas con un plan de acción.