Redacción Cuenca
Las clases de yoga cambiaron su vida. A sus 17 años pasaba por una época difícil porque era molestoso, vago e, incluso, agresivo.
Sus otras facetas
Claudio Ullauri nació en la capital azuaya en 1956. Estudió en el Colegio Borja y luego en la Universidad de Cuenca. Tiene tres hijos (Claudia, Teodoro y Francisco) con Katy Batallas.
Después de graduarse de arquitecto, en 1980, siguió cursos en el país. Entre los temas están restauración, edificaciones, sistemas constructivos y diseño.
También pinta acuarelas de paisajes serranos y del Litoral. Además, presentó una exposición de fotografía con paisajes de su hostería Lago de Cristal. Lo hizo en la Casa de la Cultura de Azuay.
Este arquitecto tiene otra faceta. Ullauri tiene la hostería Lago de Cristal, en el cantón azuayo de Girón. Es una hacienda que perteneció a su familia durante siete generaciones. Allí asesora en paseos en caballos, ordeñar vacas, yoga…El futuro arquitecto Claudio Ullauri Donoso no era un buen estudiante en el Colegio Borja de Cuenca. “Era inseguro y el yoga me enseñó a concentrarme y me dio seguridad”.
Esa meta fue inspirada por su abuelo materno, Emiliano Donoso, quien hizo lo mismo en su juventud. “Me dijo que eso le sirvió en su vida e hice lo mismo”.
Desde entonces ya pasaron 35 años y sigue en esa práctica.
Pero no solo el yoga cambió su vida. En el colegio recibió la materia de dibujo técnico y fue amor a primera vista, como él lo califica.
“Me impresionó y fue como si hubiese conocido bien de la materia”. La asimiló más fácil que el resto de sus compañeros y se convirtió en asesor de ellos.
Allí supo que debía seguir arquitectura. Cuando se matriculó en la Universidad de Cuenca, la carrera resultó fácil, por su habilidad para el dibujo.
Es más, empezó a trabajar desde el primer ciclo en la oficina del arquitecto Esteban Malo. Los profesores miraban a los buenos dibujantes. Con ello cumplió su objetivo de pagarse sus estudios.
Ullauri tenía otra fuente de ingresos para pagar su carrera. Hacía dos dibujos: el mejor lo presentaba a sus maestros y el otro lo vendía a sus compañeros.
Con Malo laboró hasta cuarto año. Después trabajó en la oficina de los arquitectos Honorato Carvallo, Alcibíades Vega y Cristóbal
Tamariz, profesionales destacados de la capital azuaya.
Pero la vida le tuvo otra sorpresa. Al poco tiempo, Carvallo le propuso ser el residente de una obra y “era enorme”. Era el edificio Nieto Hermanos, en el centro de la capital azuaya.
Tiene ocho pisos y era uno de los más grandes de la ciudad en ese entonces. “Era una novedad que un joven sea el encargado”, recuerda Ullauri.
Ese tipo de trabajos marcó su vida. Su grado de arquitecto en 1980 también fue diferente. El plazo mínimo reglamentario para culminar la tesis era de 10 meses, pero presentó una solicitud para hacerlo en ocho.
18 proyectos entre diseños y construcciones ejecuta la oficina del arquitecto Claudio Ullauri.“Hasta entonces fue el único caso, porque la mayoría pedía ampliaciones al plazo”. Su tesis fue la Arquitectura de Cuenca en la época republicana. Fue una de las pautas para conocer a fondo ese estilo arquitectónico.
Su interés por recuperar los bienes tradicionales se cimentó allí y ese gusto le sirvió para ganar premios Ornato por la restauración y readecuación de casonas patrimoniales de la ciudad como Santana, que fue su último premio y que lo recibió el pasado
12 de abril.
Ullauri tiene otros reconocimientos con las restauraciones del Hotel Carvallo, casona donde funciona el Banco Solidario y el Hotel Gran Victoria (Loja).
A más de la restauración, Carvallo también se destaca por la construcción de edificios como el Verdeloma, donde también recibió un premio ornato.
Además hizo bancos, hoteles, hosterías, clínicas, villas… en el Austro. Pero Ullauri considera que su especialización son los edificios, por su experiencia.
Él orienta a sus clientes para lograr una mejor rentabilidad con el proyecto. Es decir, que obtenga mejores ingresos si opta por edificios de departamentos u oficinas o para una sola institución. Para ello se graduó de corredor de bienes raíces.
Cuando se graduó de arquitecto trabajó con Esteban Malo y aprendió cómo tratar al cliente y llevar cuentas. Laboró durante 12 años, al principio como empleado y luego como cosocio de la oficina, porque Ullauri ya tenía sus clientes. Desde 1992 se independizó y tiene su oficina.
Su estilo arquitectónico se caracteriza por utilizar colores en los edificios. En la capital azuaya hay varias estructuras con fachadas de ladrillo visto y Ullauri tiene proyectos de ese tipo como la Fiscalía de Azuay, que se inauguró a inicios de este mes, pero él prefiere los edificios enlucidos y utilizar una gama de colores.
Él busca que la estructura sea dinámica, agradable y de buena composición. Según el profesional, los terrenos de Cuenca no son grandes y con las tonalidades se logran volúmenes. Usa terracotas, beige, melón, habano…
Sus proyectos también se caracterizan por las cornisas y mediacañas (molduras), que son detalles pequeños que dan volumetría. “En las casas republicanas existen esos detalles y hay albañiles cuencanos que pueden hacerlos por su habilidad”.