Zoila Espinosa, la reina de la música bomba, cerró sus ojos para siempre

Mamá Zoila durante un festival por el Día del Afroecuatoriano, demostrando su habilidad para bailar la música bomba del Valle del Chota. A la izquierda le acompaña Teodoro Méndez, su compañero en la pista.

Mamá Zoila durante un festival por el Día del Afroecuatoriano, demostrando su habilidad para bailar la música bomba del Valle del Chota. A la izquierda le acompaña Teodoro Méndez, su compañero en la pista.

Mamá Zoila durante un festival por el Día del Afroecuatoriano, demostrando su habilidad para bailar la música bomba del Valle del Chota. A la izquierda le acompaña Teodoro Méndez, su compañero en la pista.

La provincia de Imbabura, ubicada en el norte de Ecuador, está de luto. A las 19:30 del 29 de agosto del 2017 falleció Zoila Espinosa, mejor conocida como la Reina de la Bomba, por su destreza para bailar este género musical originario del Valle del Chota, el asentamiento más importante de los afrodescendientes de la Sierra norte de este país andino.

Mamá Zoila cerró sus ojos para siempre a los 84 años, tras una dolencia cardíaca que le aquejaba desde hace varios meses. A pesar de la enfermedad, no perdía la oportunidad para regalar una sonrisa a sus guaguas (niños, en kichwa), como denominaba a sus familiares y amigos.

Dueña de una vitalidad prodigiosa era conocida en Imbabura y en el resto del país, por su habilidad para sacudir las manos, los hombros y las caderas, manteniendo en perfecto equilibrio una botella en la cabeza, mientras danzaba. “No se debe arrastrar los pies hacia adelante, sino alzar los talones, con elegancia”. Así explicaba la manera correcta de ejecutar este baile popular, recordando lo que aprendió cuando era niña y espiaba, escondida debajo de la cama, las danzas picarescas de los mayores. Y que luego perfeccionó con los consejos de las hermanas Cornelia y Aurora Carcelén, dos de sus mejores amigas.

Hasta el 31 de este mes, Zoila Úrsula Custodia Espinosa Minda, como le bautizaron sus padres, José Espinosa y Raquel Minda, será velada en varios escenarios. Así lo decidieron sus admiradores.

El 29, durante el primer día, el féretro de madera, que contiene su cuerpo, fue llevado a la Sociedad de Artesanos, de la capital de Imbabura, una funeraria particular. El segundo día, entre tanto, fue trasladado al auditorio Leonidas Proaño, del Municipio de Ibarra. Y, el tercero, a su natal comunidad de El Chota, antes de ser sepultada en el cementerio de esa localidad.

Tras conocerse la trágica noticia cientos de ciudadanos y autoridades locales llegaron para despedir a esta mujer, que fue referente de la cultura ecuatoriana. Entre los dolientes asistieron figuras como Geovanny ‘La Sombra’ Espinosa, exfutbolista de la Selección Ecuatoriana de Fútbol, uno de los 25 nietos, que le dieron sus 7 hijos.

De contextura delgada y cuerpo esbelto, esta dama decía que bailaría hasta el último día de su vida. Ese amor por la danza le permitió participar en la mayoría de pregones de fiestas de Ibarra. Esta artista popular, que mantuvo viva la cultura del pueblo afrodescendiente, incluso, representó a Ecuador en Colombia.

Pero, no fue la única habilidad que le permitió conocer otras latitudes. Gracias a sus conocimientos sobre el poder curativo de las plantas medicinales viajó a Cuba y Estados Unidos, invitada por la Universidad Andina Simón Bolívar. Era la experiencia de una madre, cabeza de familia. Siempre se sintió orgullosa de ese rol.

“Yo saqué adelante sola a mis guaguas, lavando ropa ajena, para que voy a mentir”, solía contar. Esa responsabilidad le obligó a iniciarse en la danza cuando sus hijos ya estaban grandes. Ella tenía 40 años.

Aunque bailaba con soltura, al son del requinto y los tambores, se decía que había un rival que le podría “hacer calor”. Se trataba de Teodoro Méndez, que con los años, se transformó en su pareja de baile. Los dos representaron al país en un festival en Bogotá, Colombia, en el 2005. Ahí, en la capital de esta nación rumbera, fueron declarados Maestros de Baile, al haber obtenido el primer lugar.

Luego siguió cosechando galardones. En el 2014 recibió la presea Pedro Moncayo y Esparza, del cabildo ibarreño, por su aporte a la cultura. Y un año más tarde mamá Zoilita fue declarada guardiana de la danza afrochoteña, por el Ministerio de Cultura.

Su carisma impresionó incluso artistas extranjeros, como la escultora suiza Alice Trepp, que eternizó a la Reina de la Bomba, con una botella en la cabeza, con una escultura en tamaño natural. En su pueblo la recuerdan como una líder. Más de una familia vive agradecida que ella, al igual que su hermana mayor, Aída, lograron conseguir empleo a varios muchachos, llevando una lavacara de aguacates, a los jefes de varias instituciones. Ahora Mamá Zoila descansa en paz.

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