El Libertador sugirió a su amigo cantar los triunfos de su campaña. Pese a la mala calidad de la edición príncipe, quedó complacido con el resultado. Fotos: Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit
Dentro de la literatura ecuatoriana y más aún en la bibliografía bolivariana, la ‘Victoria de Junín. Canto a Bolívar‘, escrito por José Joaquín de Olmedo, es, quizá, una de las piezas poco conocidas para la mayoría de ecuatorianos debido a que su difusión es mínima, pese a que se trata de una de las más extraordinarias creaciones del vate guayaquileño.
Fue el propio Bolívar quien, al conocer las extraordinarias cualidades literarias de su gran amigo, le había sugerido cantar los últimos triunfos de su campaña libertadora. Olmedo acogió el pedido de buen grado; más todavía, cuando se enteró de la victoria de Junín, empezó “a formar planes y jardines”, como escribe al Libertador el 31 de enero de 1825.
Se conoce que el 30 de abril de 1825 terminó la composición y de inmediato envió a Bolívar el manuscrito como muestra de admiración y amistad. “Pensé que esta carta fuese tan larga como mi canto”, escribe Olmedo al Libertador el mismo día en que terminó su composición, “pero no puede ser, porque ya el correo apura y todo el tiempo lo he gastado en copiar mis versos por cumplir la promesa que hice a V. de remitírselos por correo”.
Por este motivo, el mismo poeta confiesa que no tuvo tiempo para corregirlo como era su propósito, y que deseaba fuera el propio Bolívar quien realizara las observaciones adecuadas antes de efectuar la publicación. Así lo manifestó expresamente quince días más tarde en carta más extensa del 15 de mayo, en la que explicaba el plan del poema y su génesis: “ Ya habrá V. visto el parto de los montes. Yo mismo no estoy contento d mi composición y así no tengo derecho a esperare de nadie ni aplauso ni piedad…. Deseo que V. me escriba sobre esto con alguna extensión, diciéndome con toda franqueza todas las ideas que V. quisiera que yo hubiera suprimido” ( Periódico El Repertorio Colombiano, Vol. II, No. 10, abril 1879, p. 296, cit. por Julián Bravo, S.I., 1975).
Las cartas de Olmedo tardaron en llegar a manos del Libertador, quien apenas contestó a finales de junio de 1825; sin embargo, cuando los amigos del Cantor conocieron el texto de su poema se entusiasmaron y presionaron para que lo editara en Guayaquil cuanto antes. Así lo manifestaba al propio Bolívar en su escrito del 15 de mayo de 1825. “Como esta composición es toda de V. yo no he querido tomarme la libertad de imprimirla. Pero me han asaltado varios amigos.. me han convencido y queda bajo la prensa. Se puede sacar la ventaja de que esta impresión aunque de muy mala letra, pues no hay otra, sirva de modelo a la que se pudiera hacer en Lima, pues he puesto gran cuidado en la corrección, en la ortografía y demás accidentes para hacerla clara y correcta” (Ibid. El Repertorio, p. 296).
La edición llamada princeps se efectuó en Guayaquil en mayo de 1825, y aunque no reunió las condiciones de perfección que Olmedo hubiera deseado, él mismo no dejaba de apreciarla y considerarla de utilidad para otra edición más perfecta, la cual, de suyo, jamás llegó a efectuarse.
Cuando la impresión apareció en junio de 1825, Olmedo remitió a Bolívar un ejemplar del poema, comentándole las falencias que tenía el tiraje. “En mi anterior dije a V. las razones que me obligaron a imprimir en Canto a Junín, a pesar de ser una propiedad de V.. Como he hecho algunas variaciones y adiciones de diez o doce versos he creído que debía presentar a V. un ejemplar, aunque la impresión no merecía ese honor. Esta impresión ha sido tan mala que casi se ha inutilizado; y he tenido el ímprobo trabajo de ir pintando infinidad de letras con la pluma, imitando la letra de molde para hacerla inteligible, y presentar a V. un ejemplar en la forma que fuere menos indigna del héroe de mi canto. Vuelvo a rogar a V. que me escriba largas observaciones sobre todo con la mayor franqueza, porque es muy probable que se haga en Londres una edición regular, y yo quisiera que ésta fuera la mayor composición de mi vida” (Ibid. p. 297).
Pronto, en agosto de 1825, el vate partiría a Londres a desempeñar el cargo de Ministro Plenipotenciario del Gobierno del Perú para el que había sido propuesto por el Libertador, “dejando abandonada y desahuciada la edición princeps de Guayaquil, que ha llegado a ser una máxima rareza” (Biblioteca Ecuatoriana Mínima: José Joaquín Olmedo, Poesía-Prosa, Introducción, p. 80).
Pese a las imperfecciones de la edición, una vez que llegó a manos del Libertador, le produjo tal emoción que el 27 de junio del 1825 escribió desde el Cuzco: “Querido Amigo. Hace muy pocos días recibí en el camino dos cartas de V. y un poema; las cartas son de un político y un poeta: pero el poema es de un Apolo. Todos los calores de la zona tórrida, todos los fuegos de Junín y Ayacucho, todos los rayos del Padre Manco-Cápac no han producido jamás una inflamación más intensa en la mente de un mortal”.
Más tarde -dice el padre Julián Bravo-, el 12 julio, Bolívar envió nueva comunicación a Olmedo para consignar las observaciones que le pidiera el poeta. Después de anotar lo que a su juicio creía que debía corregirse en el poema, escribe: “Confieso a V. humildemente que la versificación de su poema me parece sublime: un genio lo arrebató a V. a los cielos. V. conserva en la mayor parte del canto un calor vivificante y continuo… Permítame V., querido amigo, le pregunte: ¿ de dónde sacó V. tanto astro para mantener un canto tan bien sostenido desde su principio hasta el fin?” (Bolívar, Páginas Literarias, Casa Edit. Franco-Iberoamericano, París, pp. 25 y 26).
Para 1826 (seguramente antes de las ediciones en Europa) asoma un pequeño libro intitulado ‘La flor colombiana’. Biblioteca escogida de las patriotas americanas o colección de los trozos más selectos en prosa y verso. Tomo primero, París, en casa de Bossagne padre, Calle de Richelieu no. 60, 1826”, donde se recogen fragmentos del poema bajo el título de Un canto a la Victoria de Junín, de Olmedo, con 340 versos del texto original de la edición de Guayaquil.
El padre Aurelio Espinosa Pólit pudo conseguir en Guayaquil el único ejemplar que existe en el Ecuador sobre la llamada edición princeps del Canto a Bolívar, joya literaria que se guarda en la biblioteca que lleva su nombre, convirtiéndose en un verdadero tesoro nacional. En igual forma, se conserva el original del libro que acabamos de comentar, constituyendo de por sí verdaderas rarezas literarias.