Tras 20 meses de cierre de las instituciones educativas, Melany cambió. Su madre, Germania Solís, cuenta que su hija de 13 años era alegre y sociable, pero durante la pandemia se volvió retraída y se enoja con facilidad.
Un nuevo cambio lo vio en su hija cuando supieron que volvería a clases presenciales en su institución fiscal de Quito. “Estaba contentísima, pero como se suspendió se volvió a frustrar”.
Los estudiantes de todos los bachilleratos y los de octavo, noveno y décimo año esperaban volver a encontrarse desde este 6 de diciembre del 2021. Sin embargo, su regreso a las aulas nuevamente se aplazó tras la alerta de la nueva variante de preocupación, denominada Ómicron, que apareció en Sudáfrica.
Frente a la afectación emocional que tienen estos cambios en los niños y jóvenes, EL COMERCIO consultó con dos especialistas, quienes dieron sus recomendaciones para que los padres puedan manejar esta situación.
Cristina Tapia, psicopedagoga
“Es muy importante hablar con los chicos sobre este tema, indicarles que la pandemia aún no a terminado y que debemos continuar cuidándonos. Hay que decirles que cuando las personas no lo hacen puede aparecer nuevamente el virus o sus mutaciones.
Los padres debemos explicarles que hay que ser pacientes y esperar para poder volver con tranquilidad. Para eso podemos utilizar un juego en familia que requiera de paciencia, por ejemplo el Jenga, con el que debemos ser precavidos, atentos y pacientes
Hay que enfatizar en esos momentos durante el juego y continuar conversando con los chicos. Podemos empezar preguntando cómo se sentían al saber que volverían a la escuela y cómo se sienten ahora que no lo pueden hacer. Así junto a ellos logramos saber cuál es el sentimiento que están experimento: tristeza, enojo, frustración.
Con eso se puede pensar qué hacer para que este sentimiento se vaya. Hay que darles opciones, por ejemplo, mantenerlos en contacto con los compañeros. En el caso de los más pequeños podemos utilizar cuentos que hablen de la paciencia. Y no hay que enfatizar mucho en cuándo será el retorno, ya que este es incierto”.
Camila Pozo, psicóloga infantil y psicorrehabilitadora
Si los papás conocen que en la escuela de sus hijos ya no se va a dar el retorno es bueno que lo anticipen. Deben transmitir la información al niño, no como algo negativo, sino hablar con ellos, según su edad y acorde a su capacidad de entendimiento, sin mucha especificación.
Deben decirles, por ejemplo, que debemos esperar un poco más porque en la escuelita están haciendo arreglos y es importante que sea un lugar seguro, así que seguiremos en casa.
Lo importante es generar motivación con las cosas que al niño le guste hacer en casa. Por ejemplo, que aún va a poder estar en familia, con sus padres y hermanos. Hay que buscar los aspectos positivos de continuar en casa. Así entienden que hay que esperar un poco más y se genera en ellos nuevas ideas de lo que se puede hacer en casa.
Si los chicos generaron expectativa por volver a ver a sus compañeritos y jugar es posible que haya mucha frustración. Si los papás identifican eso es importante que validen la frustración, diciéndole que le comprenden. Hay que darles espacio para que puedan expresarse y hablen de lo que están sintiendo. Así pueden descargarse emocionalmente.