Los habitantes de comunidades de Quindigua y Yacuchaqui caminan hasta 10 horas para conseguir alimentos. Estos pobladores del cantón Sigchos deben pasar al cantón La Maná para recibir la ayuda humanitaria que llega de manos de voluntarios.
El punto más cercano es el destruido puente de La Magdalena en Malqui, en La Maná. Allí cruzan una improvisada pasarela de palos y cuerdas sobre el río Quindigua, jugándose la vida. Pero no tienen opción, la otra alternativa es morir de hambre en sus casas.
“La crecida del río se llevó animales, inundó sembríos. No tenemos nada”, dice Marcia Pastuña. Esta campesina hace fila para obtener una de las fundas con alimentos que llevaron personas de un municipio de la zona.
Pastuña relata que camina cinco horas para llegar a recibir la ayuda. Esta vez es una funda con arroz, avena, fideos, lenteja, cebollas, tomate, una lata de atún, azúcar, café y un rollo de papel higiénico.
“Yo tenía sembrado tomate, fréjol. Unos 14 000 alevines de trucha, todo se fue en el río”, comenta la mujer antes de recibir la donación y escuchar las palabras de aliento de los benefactores de turno. Luego, vuelve a caminar unas cinco horas para llegar a la casa de un familiar, donde está viviendo ya que el desastre afectó su casa.
Unos 40 comuneros alcanzan a retirar la donación y retornan a sus viviendas en fila y con los alimentos a cuestas. Los que no avanzaron a llegar recibirán la ayuda de sus vecinos, quienes encontrarán formas de multiplicar la ración que recibieron.
Todo el proceso de recibir la donación y caminar horas de ida y vuelta lo hacen en silencio, con gratitud para los donantes. En las pocas palabras que se les logra arrancar hablan de abandono y piden algo de apoyo para poder volver a empezar.
Quindigua y Yacuchaqui pertenecen a la parroquia Chugchilán, del cantón Sigchos, en Cotopaxi.
Junto a La Maná y Pujilí fueron afectados con el desborde de los ríos Pilaló y Quindigua, el pasado lunes 31 de enero.
La gente de la zona vive de la agricultura y la ganadería. Otros, como César, elaboran panela, la que venden a USD 1 el kilo en el mercado de Pucayacu.
“Ahora tendré que pasar el puente para ir a la feria”, dice en referencia a la improvisada pasarela que armaron los comuneros.
Pucayacu y Malqui están separadas por ocho kilómetros, se comunican por un camino de segundo orden. Hay camionetas que dan el servicio, antes cobraban siete dólares por el trayecto, pero ahora, algunos choferes duplicaron el costo del flete.
“Toca caminar o esperar a que alguien lleve”, dice César, que demora un día entero para producir unos cuatro o cinco bancos de panela, que guarda en un costal para ir a vender en la feria del pueblo, que se arma los jueves.
Personas de La Maná se han organizado para ayudar a pasar la leche, para que pueda ser llevada a plantas en Quevedo y Valencia, en la provincia de Los Ríos. De esta forma, los campesinos no pierden toda su producción.
“Las vaquitas están en el potrero, comiendo lo que haya. Pero falta sal, falta comida. Ojalá no mueran”, relata Pastuña. Otros animales que criaban, como cuyes, gallinas y borregos, fueron arrastrados por la corriente.
Hay grupos de voluntarios que buscan ayuda para repartirla entre las personas afectadas. En Quito se puede contactar con el fotógrafo Andrés Álvarez al 098 483 4903. Él colabora desde la capital con el voluntariado de La Maná.
También se puede coordinar vía mensaje de WhatsApp al 099 268 1954 con Alegría Sotomayor, que vive por la zona y conoce a los comuneros damnificados.