Chile aún no sale del shock que dejó el plebiscito del domingo. Si bien ya se avizoraba el triunfo del rechazo a la Carta Política escrita por la Convención Constituyente, nadie imaginó que sería casi del 62%. El país busca explicaciones para el comportamiento electoral. Hubo una serie de elecciones que indicaban un claro vuelco a la izquierda tras el estallido de octubre del 2019. La derecha, que habría preferido mantener la Constitución que el país heredó de la dictadura de Augusto Pinochet, solo logró 37 de los 155 escaños.
Con esa cantidad, no llegó a tener siquiera la capacidad de veto. Las demás agrupaciones, desde la izquierda que conforma el Gobierno hasta los que integraban la ex Concertación. Pasando por los 17 pertenecientes a los pueblos originarios y los que saltaron a la luz política liderando el estallido social, dominaron la Convención y superaban holgadamente los 103 votos mínimos que se requería para aprobar los artículos.
Convención desarticulada
Varias son las explicaciones para la derrota del apruebo. “Hubo un exceso de vanguardismo y academia, con la utilización de un lenguaje ‘posmodernista, divisivo y militante”. Dice la página web El Mostrador, que tiene una tendencia de izquierda. Haber llamado a la Constitución como “ecologista o feminista”, que durante un acto de campaña por el Apruebo, celebraran que una chica trans se restregara la bandera por los genitales, es desconocer en algo los contextos, que no toda la población está embarcado en las mismas polémicas política y simbólica. Cuyas necesidades profundas son, en realidad, otras e inmediatas.
“En vez de haber diseñado un traje a medida de la nación chilena, los colectivos de izquierda optaron por un traje a la medida de una parte de la nación. Esa fue, a fin de cuentas, la principal causa de la derrota del oficialismo”, dice El Mostrador. En las poblaciones, ciertas discusiones como el patriarcado, no son urgentes aunque sufran el machismo brutal. “Todo se teoriza. Los temas sociales eran más potentes. Las personas querían remedios a precio justo, que no querían una pensión de hambre”, dijo el sociólogo Rodrigo Larraín, de la Universidad Central, al mismo medio.
Lo mismo ocurría con la plurinacionalidad y el sistema indígena de justicia, que es algo que la sociedad chilena, por varias razones, no procesa del mismo modo que en las academias. A diferencia del plebiscito por la continuidad del régimen de Pinochet, los partidos de izquierda tenían un trabajo en las poblaciones (los barrios pobres), una dirección. Ahora, más allá de la presencia de los pueblos originarios, los colectivos no tienen una presencia sostenida allí y tampoco hablan su mismo lenguaje.
Lo que queda a futuro
Nadie, ni siquiera los que estaban a favor del Rechazo, desconocen que en Chile debe haber reformas a la Constitución, para que sea más inclusiva y menos neoliberal. Se han comprometido a apoyarlas. La centroizquierda, que apoyó al ‘rechazo’, se reconfigura y recupera presencia, mientras la izquierda y el gobierno de Gabriel Boric se enfrentan a los retos de gobernabilidad. Pues había condicionado a su gestión a la nueva Constitución.