Bajemos del pedestal
Bajémonos del pedestal del cuarto poder. Es un punto de partida para repensar el periodismo.
Muchos años hicimos información y opinión bajo la sombra de la larga noche febrescorderista y adaptamos formas para contar ese momento histórico, pero ya terminó: ahora el país está en manos de nuevos dueños y, por tanto, necesita otro periodismo.
¿Desde dónde repensar ese periodismo distinto?
No vamos a decir que lo hemos hecho todo mal, porque no es cierto. Hemos cometido errores, pero también hemos tenido grandes aciertos.
No vamos a dar la razón al poder con sus patéticas pretensiones de convertirse en megainquisidor, en tremendo juez de lo que se debe y no se debe decir.
No vamos a cambiar porque el poder coloca sobre nuestras cabezas una ley que nos castigará si cometemos el peor pecado que puede cometerse bajo el autoritarismo: ser irreverentes y críticos con los nuevos dueños del país.
Hay que repensar el periodismo porque es hora de hacerlo, no porque un Gobierno haya decidido asumirse como un omnipotente censor de los demás mientras es incapaz de procesar sus propias urgencias de autocrítica y pretende darnos cátedra de ética mientras maneja sus canales de televisión con el mismo sesgo con el que lo hacían sus anteriores propietarios.
Repensar el periodismo empieza por enfrentar el futuro con dignidad, sin lamentos ni conmiseraciones, entendiendo lo más complejo de las coyunturas que viven el Ecuador y el continente.
Empecemos por ser capaces de leer lo que está cambiando en el país. Miremos en qué medida nuestra agenda diaria empata con lo que sucede en la calle, entendamos qué tipo de sociedad intenta construir el poder, contemos cómo vive la gente común la propuesta del nuevo poder.
¿Estamos leyendo los hechos desde una perspectiva de contrapoder? ¿Es antipoder lo que nos corresponde hacer desde la prensa en este momento de la historia? ¿Estamos conscientes de que hay un distinto equilibrio entre poder y prensa? ¿Conocemos en qué se sustenta este giro de percepciones ciudadanas en relación con quienes hacen gobierno y con quienes hacemos periodismo?
El legendario periodista Bob Woodward, investigador del famoso caso Watergate, aconseja que en momentos de crisis desnudemos nuestras arrogancias y nuestras certezas -conscientes o inconscientes- de que somos imprescindibles para la sociedad.
Solo despojados de ese mito, descendiendo de ese altar, podemos volver a la esencia del periodismo: fuentes contrastadas hasta la saciedad, documentos que avalen todo lo que publicamos y presencia constante en los escenarios donde se produce el hecho.
¿Guardianes de la democracia? No seamos nada de eso, dice Woodward. Simplemente hagamos bien nuestro trabajo.