Marco Arauz Ortega
Subdirector
marauz@elcomercio.com
Los últimos días han traído noticias sorprendentes sobre los premios Nobel, distinción con la cual la Academia Sueca rinde homenaje a prominentes hombres y mujeres de la ciencia, la política, la economía y la cultura del mundo. Siempre se podrá decir que se trata de un premio con una tendencia ideológica, aunque ello no signifique que no sea un galardón de amplio reconocimiento, al punto que es difícil encontrar ejemplos -que sí los hay- de personalidades que se hayan negado a recibirlo.
Premios sorprendentes este año han sido, por ejemplo, el entregado a Barack Obama, presidente de Estados Unidos. El reconocimiento no fue por sus realizaciones en favor de la paz mundial, sino por las expectativas que generan sus ideas sobre un liderazgo multipolar y un mundo incluyente. Eso no impidió que se levantara una ola de controversias, especialmente al interior de su país, cuando se pusieron en la balanza sus pocos logros como mandatario y sus promesas de paz mundial.
Entre los trabajos premiados llama muchísimo la atención el de una científica israelí sobre el papel de los ribosomas en relación con la acción de los antibióticos, o el de la economista estadounidense que demostró que la propiedad administrada por los propios usuarios es mejor manejada, en la mayoría de los casos, que si se hace de forma centralizada o privada.
En América Latina este año tampoco habrá Nobel. Las fórmulas económicas consideradas alternativas no han llamado la atención de los académicos suecos, así como tampoco los supuestos procesos revolucionarios que, según sus promotores, deberían ser considerados grandes ejemplos de cómo alcanzar la paz individual, social y mundial.
Pero quizás solamente sea cosa de tener un poco de paciencia. Si bien al presidente Rafael Correa nunca le darán el Nobel de la Paz por sus intervenciones políticamente incorrectas, bien podría aspirar al Nobel de Biología porque parece haber patentado una nueva clasificación para los seres humanos.
Eso al menos es lo que uno podría pensar luego de oír, una vez más, la categorización empleada en pleno Siglo XXI por Correa en su último enlace y que haría removerse en sus tumbas a los padres de la Biología. Tras citar la frase de un periodista mexicano (“No escribas como periodista lo que no puedas sostener como hombre”), dijo que ‘un calumniador profesional que ya está enjuiciado’, refiriéndose a Emilio Palacio, no puede defender como hombre lo que escribe, pues ‘me da por la cintura ese pobre hombre’.
Las organizaciones sociales que han guardado un conveniente silencio sobre los ataques de Correa a lo largo de estos años, podrían postular su candidatura para el 2010.