Los alquimistas de la revolución

Menopausio Ronquillo fue a visitar a su compadre Plenilunio Curtincapa para manifestarle que la revolución siglo ‘tueniuan’ dispone que todo hay que compartir: como tiene dos burros, él se lleva uno. Plenilunio, a regañadientes, entregó a Gutember, su más querido cuadrúpedo, por el bien del proceso revolucionario. Cuando su mujer, Siempreviva Macateta, se enteró de la ‘burrada’ montó en cólera, pero su intuición femenina le funcionó de maravilla. Muy bien, dijo, vamos donde Menopausio, como él tiene dos vacas, nos traemos una. Cuando llegaron a pedir el botín, este dijo: “No, la revolución solo funciona con burros”.

Los alquimistas antiguos buscaban la piedra filosofal que transforma todo metal en oro. La revolución tiene sus propios alquimistas y su piedra filosofal se llama impuesto. Restituto Zumbambico, hombre del pueblo, sostiene que no se necesita ser economista para clavar impuestos hasta por lo que orinas, ni ser genio para reciclar ministros. Si transformas un reclamo clasista en golpe de Estado, no reclames el Nobel de la Paz.

Si divides solo burros, y las vacas se quedan con los neocaretucos; si 5 preguntas sirven de vaselina para que las 5 restantes entren facilito y se inaugure la Dictocracia II , y el pueblo se olvide de la inseguridad y del desempleo, entonces la revolución dará el golpe de Estado más descarado de la historia.

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