El temor a ser movilizados por Rusia y el miedo a que el Kremlin cierre las fronteras ha provocado que miles de rusos en edad militar crucen a Georgia por el paso de Verjni Lars. Ese es el caso de Viacheslav y Alexéi, que entraron el martes 27 de septiembre a pie al país caucasiano, porque ninguno quiere luchar en la guerra del presidente Vladimir Putin en Ucrania, según dijeron a Efe.
“Hice el servicio militar y puedo ser movilizado para luchar contra Ucrania, pero yo no quiero eso. ¿Para qué o para quién lo tengo que hacer?”, afirmó Viacheslav, de 33 años, tras cruzar el paso fronterizo entre Osetia del Norte y Georgia.
El hombre, oriundo del balneario ruso de Sochi, en el mar Negro, confiesa que ha dejado en casa a su mujer y a su hijo. “Intentaré traerlos a Georgia cuanto antes, pero primero tengo que empezar a trabajar y alquilar un apartamento”, explica.
Según el ministro georgiano del Interior, Vajtang Gomelauri, actualmente entran al país 10 000 rusos al día, lo que supone entre un 40 o 45% más que antes del 21 de septiembre, cuando Putin decretó la movilización parcial.
Viacheslav es un informático y puede trabajar a distancia, por lo que espera poder reanudar su actividad laboral a la mayor brevedad. Su empresa -dice- ha prometido mantener su puesto de trabajo.
Un largo camino
El camino a Georgia fue largo, pese a la proximidad de Sochi al país caucasiano. Viacheslav tardó tres días, aunque habitualmente el trayecto es tres veces más corto. Primero, el informático ruso alquiló un auto para llegar a Vladikavkaz, la capital de la región rusa de Osetia del Norte, limítrofe con Georgia. De ahí se dirigió al paso fronterizo de Verjni Lars, a 40 kilómetros de Vladikavkaz.
La mitad de ese camino la tuvo que hacer a pie, pues “había una cola enorme de vehículos” esperando cruzar la frontera. Según las estadísticas oficiales, el 27 de septiembre el número de automotores en Verjni Lars superaba los 5 500. Viacheslav dice que centenares de personas optan estos días por hacer el camino hacia la frontera a pie y la mayoría de ellos son hombres en edad militar.
“Se puede comprar una bicicleta o una patineta por unos 15 000 a 25 000 rublos (USD 250 a 430) y evitar así el atasco, pero decidí ahorrar”, señala. Desde Verjni Lars, el ruso viajó en taxi directamente a la capital georgiana, Tiflis, por 15 000 rublos (USD 250), superando así un camino de otros 150 kilómetros.
“Esto fue casi como un milagro, porque los precios no paran de aumentar”, reconoce. Un trayecto similar, esta vez desde Moscú, tuvo que hacer el ruso Alexéi, según cuenta a Efe.
Polémica en Georgia
La llegada masiva de rusos ha generado polémica en Georgia, país que no olvida la guerra con Moscú de 2008, que acabó con la pérdida de control por parte de Tiflis sobre las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur. “Hoy los rusos dicen que nos quieren, mientras solo ayer estaban luchando con nosotros”, dice la historiadora Tamta Shonvadze.
Shonvadze quiere que Georgia apruebe un régimen de visados para los rusos o realice un “filtrado exhaustivo” en la frontera. “Miles de rusos entran sin control en nuestro país y entre ellos puede haber agentes de servicios secretos”, opina por su parte el diputado opositor Gueorgui Kirtadze.
Mientras, el ministro de Finanzas, Lasha Jutsishvili, pide “no dramatizar” la situación. “Todo está bajo control, trabajamos las 24 horas del día y realizamos un estricto monitoreo”, aseguró. El exministro para el Arreglo de Conflictos, Paatá Zakareyshvili, dice que “sería amoral cerrar la frontera para aquellos que no quieren luchar contra Ucrania”.