Romina Betancourth Cueva adora dormir; se levanta bastante tarde. Descansa entre ocho y 10 horas; se acuesta luego de jugar y ver películas, pero falta muy poco para que deba retomar sus rutinas para ir a la escuela y así evitar “enfrentamientos” con su mamá a la mañana siguiente.
Una de esas: despertarse a las 05:00. Madre e hija están “sufriendo”, y es que madrugar es una de las cosas que más indispone a la pequeña de 6 años. Cuando se levanta de mal humor no quiere desayunar o come muy poquito; también se demora en vestir el uniforme.
Para facilitar las cosas, su madre, María Augusta Cueva, tiene previsto modificar su rutina en lo que queda de las vacaciones de verano. Ya conversó con su niña.
La llevará a la cama a una hora prudente; aprovechará que su hija está entusiasmada por su regreso a las aulas. Cuenta que Romina ya tiene lista la mochila y hasta definió el peinado que quiere lucir el primer día de clases.
Esa es justamente la recomendación de Julieta Arroyo, directora del Centro de Desarrollo Infantil Leibniz. Los niños deben retomar hábitos -poco a poco- para que el inicio de clases sea una experiencia maravillosa y no un sacrificio.
Por ausencia de hábitos, muchos niños llegan tarde a la escuela. Lo hacen hasta con el sánduche del desayuno a medio terminar.
¿Cómo establecer hábitos?
La experta menciona que el cerebro de los niños está madurando y que dependen de los padres para regularse mientras van adquiriendo habilidades y nuevos aprendizajes. “Los adultos son los llamados a establecer el orden a través de rutinas; esas generan hábitos y más tarde se transforman en virtudes útiles para la vida. Brindan seguridad a los pequeños”.
Para establecer hábitos es importante ser firmes y constantes, pero también amables. Es tarea de papá, mamá o del tutor a cargo del menor de edad ayudarlo a sentirse importante y autónomo.
Para establecer una rutina es indispensable fijar horarios.
Esos deben mantenerse durante todo el ciclo escolar. Si Romina, por ejemplo, se levanta a las 05:00 para ir a la escuela debería entrar a su cama entre las 19:00 y 20:00.
Antes, por supuesto, tendrá que haber cumplido con sus tareas, cenado y cepillado los dientes.
Arroyo admite que fijar rutinas no es tan sencillo, pero sugiere evitar que los niños vean a todas esas actividades como un castigo o una obligación. Para eso es necesario mantener la calma.
En caso de un berrinche del menor, los padres tendrán que esperar a que se tranquilice para conversar y explicarle todos los beneficios de desayunar, cepillarse los dientes, tender la cama.
Eso hace José cuando su pequeña se niega a comer. “Respiro, dejo que tranquilice y converso con ella. Siempre me entiende”.
En su casa están prohibidos los gritos y peor los castigos físicos. “Son muy inteligentes”, dice José.
Para motivarlos a cumplir con los ítems diarios, la especialista recomienda escribirlos en una pizarra y tacharlos en el transcurso del día. También se puede diseñar una tabla de compensación o premiación: reciben una carita feliz por cada actividad cumplida.
No coloque caras tristes ni enojadas. En esos casos es mejor dejar los casilleros en blanco.
Al final de la semana, los padres pueden retribuir el compromiso con una comida o juguete sencillos. “Les encanta porque ellos participan en su autoevaluación. Empiezan a desarrollar conciencia; es una manera de ir generando disciplina consciente y positiva”.
Inicio de clases
Para evitar contratiempos en las mañanas, antes de ir a la escuela, resulta una buena idea preparar el uniforme y mochila la noche anterior. Los padres también pueden planificar el menú semanal, para evitar enviar comida chatarra.
La especialista recuerda que el desayuno y ‘lunch’ son importantes en el desarrollo de los niños. Los llena de energía; aquello influye en su aprendizaje.