Aunque han incomodado, las revelaciones de Wikileaks no tienen efectos relevantes por ahora en América Latina. Lo que sí indican es un futuro de mayor transparencia en la diplomacia y en la política en general.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva defendió públicamente a este sitio web que filtra documentos secretos, reclamando de activistas y de la prensa manifestaciones en defensa de la “libertad de expresión”, amenazada por la detención de su fundador, el australiano Julián Assange, y las presiones financieras contra Wikileaks.
“El culpable no es quién divulgó, sino quién escribió las tonterías”, dijo, refiriéndose a los reportes de los embajadores estadounidenses de todo el mundo ahora revelados. Con ello evidenció su confianza de que ninguno afectará de forma importante a su gobierno.
Pero en Brasilia provocó “incomodidad” la revelación de que el ministro de Defensa, Nelson Jobim, confidenció al ex embajador estadounidense Clifford Sobel que el actual ministro de Asuntos Estratégicos y ex vicecanciller, Samuel Guimarães, “odia a Estados Unidos” y que el presidente de Bolivia, Evo Morales, sufre de un tumor nasal, luego desmentido por La Paz.
La repercusión del hecho se agranda por el momento de transición que vive el Gobierno brasileño, con la presidenta electa, Dilma Rousseff, componiendo su equipo ministerial. Si Jobim no es mantenido en el cargo, se podrá decir que lo perdió a causa de Wikileaks, observó André Pereira, analista de la consultoría política CAC en Brasilia.
La filtración desnudó la “fragilidad del sistema de comunicaciones” de las diplomacias de todo el mundo, que tratarán de cuidarse, pero quedó claro que “no hay alternativa segura”, sostuvo a IPS.
Predomina en América Latina la evaluación de que las revelaciones de Wikileaks, que muestran un cariz de chismes, son molestas, pero que no afectarán las relaciones con Estados Unidos ni entre los países de la región.
Abedrapo destacó dos casos. “De alguna manera se confirma que Estados Unidos estaba tratando de aislar políticamente al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, particularmente por esta alianza que está generando con Irán, pero detrás de eso tampoco podemos apreciar algo muy novedoso”, dijo.
“El otro caso, para sonrojarse de parte de la diplomacia estadounidense, son las dudas respecto de la salud mental de la presidenta argentina (Cristina Fernández)”, planteó.
“Eso sí por supuesto va a traer una suerte de distanciamiento, incluso de carácter personal, porque la Presidenta argentina sigue en funciones y la secretaria de Estado (estadounidense) Hillary (Rodham) Clinton es quien figura al tanto de este tipo de documentos”, acotó.