Hoy es el día para el primer grito de independencia y no me refiero a aquel que nos dio la libertad de la colonia española, sino al aullido estrangulado en la garganta por la falta de libertad que vivimos y todo, como si fuera normal. El pacífico Ecuador, la franciscana ciudad de Quito y muchas otras urbes ya no viven en paz, cosa que, sin duda, despierta el miedo. Temor a expresarse y, también, cumpliendo las leyes, a caminar a la velocidad recomendada porque no sabemos los abusos que se darán. ¿Invertir? Imposible con la inseguridad legal existente, que puede variar de un día al otro, sin aviso, que no sea otro que el impulso, la vehemencia de cambiar pero, no necesariamente, para construir futuro. Esto debemos cambiarlo sin esperar más, bien está el cambio y con varios de ellos concuerdo pero, ¿y el resto?
Pena por los millones que cuesta la publicidad, digo propaganda estatal, mientras nuestros campeones nacionales no logran medallas, pero no por falta de esfuerzo personal de estos titanes, sino porque es más importante una inmensa comitiva político estatal en Londres, que el apoyo que debieron recibir en uniformes a tiempo y última tecnología, en implementos y en los indispensables entrenadores que debieron acompañarlos, pero que no estuvieron por ser caros. Claro, la comitiva, de decenas de personajes sí durmieron, comieron y vieron de cerca todo, eso para no decir que hasta desfilar intentaron. Hoy es el día de gritar tan fuerte como se pueda para que todos lo sepan, toditos los ecuatorianos.
Mientras nunca hubo una campaña de educación en cuanto a la velocidad, enseguidita se instaló señalética y los policías, que según la propaganda, se dedican a este menester por vocación, se instalan en donde pueden, celular a la oreja, a esperar su oportunidad. Pescan presos como pescados en el mar y los meten en las cárceles que nunca bastarán; pero, eso sí, ¿alguna vez han visto que paren a un bus por exceso de velocidad? ¡Jamás! Solo nos queda sentirlos cual saetas, casi olímpicas, en avenidas y curvas de carreteras poniendo en peligro cientos de vidas.
¿Que solo AP quedará en la papeleta? Cómodo, clásico estilo de quien ya lo ha marcado. Que Assange, líder de la libertad de información pide asilo a un país en el cual se va perdiendo el derecho, no sólo de enterarnos sino a expresarnos y, mamita, que no llore más, porque aunque aún lo seguimos pesando, perdón, pensando, su hijito encontrará casita y con todas las libertades, más que las de los propios ecuatorianos.
Este ya pasó de ser Banana Republic a ser el país de las contradicciones. Así que sí, debemos gritar, desahogarnos, romper los esquemas que se nos quieren imponer. Pasemos de las contradicciones a las puras acciones.