Con los ojos como platos, sorprendidos hasta la médula, así está el mundo. ¿A quién se le ocurriría que el ejército ruso sea tan inoperante, ineficaz, desarticulado, desorganizado y torpe?
¿Cómo se explica semejante – aparente – dislate? Pues en realidad se lo puede entender muy, muy, muy fácil. Rusia es un país absurdamente corrupto. Tanto es así que, en el Índice de Corrupción, tiene la misma calificación que Angola, Liberia y Mali. Está en el puesto 136. Ese es el nivel de calidad de sus instituciones. El Salvador, Bolivia, México, están mejor. Nosotros, quienes nos avergonzamos de nuestro puesto 105, estamos bastante mejor que Rusia.
Un funcionario del Departamento de Defensa de Estados Unidos experto en vehículos, Trent Telenko, lo expuso de manera clara. Publicó unas fotos -reportadas por la prensa- de camiones de combate rusos que estaban estancados en el lodo en Ucrania, con las llantas desinfladas. “Si alguien en un alto rango compra una llanta inferior a la requerida, y se embolsa el sobreprecio, y eso es lo que se puso en los camiones rusos; eso quiere decir que todo el resto de la cadena de mando está haciendo lo mismo. Se embolsaron los recursos.” Así, los equipos, los servicios de mantenimiento, la comida provista para los militares, todo con corrupción. Todo en mal estado.
No son solo los bienes materiales del ejército. Es también su personal. Hubo un Ministro de Defensa que duró poco -para los estándares de Putin- se llamaba Anatoli Serdiukov. Cayó en un escándalo de corrupción por defraudar al fisco por USD 230 millones. Según el académico Kamil Galeev, Serdiukov fue reemplazado por uno mucho peor, un repartidor de pastel. El actual Ministro de Defensa, Shoygu, ha logrado mantenerse en cargos altos desde 1991. Según el académico, lo ha logrado manteniendo felices a todos los grupos. Y, ¿cómo se hace eso en un país corrupto?
Conclusión, Ucrania no se enfrenta con una potencia.