La droga está envuelta en pequeños sobres en forma de caramelos. Cada bulto cuesta entre USD 1 y 3. Se los puede conseguir fácilmente en parques, callejones y pasajes cercanos a un colegio de Durán.
Profesores y alumnos del plantel cuentan que los sospechosos se colocan cerca de las puertas de acceso. Visten pantalones holgados, camisetas flojas y gorras que les permiten ocultar parte de sus rostros.
Los desconocidos aparecieron la segunda semana de noviembre pasado, justo cuando el COE nacional autorizó el regreso a clases de forma presencial. La Policía levanta información de estos hechos en unidades educativas de Guayaquil, Durán y Samborondón.
Los primeros reportes confirman que las bandas de microtráfico buscan recuperar sus nichos de venta en los exteriores de los planteles. Los agentes señalan que, tras dos años de pandemia, vuelven a ser puntos estratégicos de las bandas de microtráfico.
Los padres de familia de al menos siete colegios de Guayaquil han denunciado la presencia de extraños en los alrededores de las instituciones. “Mi hija me cuenta que a la salida les llaman y les ofrecen la droga. Si se niegan a comprar les insultan y les amenazan con cuchillos y destornilladores”, cuenta la madre de una adolescente que estudia en el centro de Guayaquil.
Pero las quejas de la venta de droga también han salido de los mismos colegios. Hace dos semanas, el rector de un plantel en Durán envió una solicitud a la Policía. Pedía más control y patrullajes.
La Policía dice que en este cantón de Guayas la situación es compleja. Cuatro organizaciones se disputan la venta de droga en las calles. Esas mafias distribuyen los paquetes de drogas a diario en parques, plazas, puentes y ahora colegios.
Hace cinco días los agentes detuvieron a tres hombres con 30 sobres con una sustancia blanca.
Los sospechosos estaban en el barrio Divino Niño.
Un día después, un joven de 18 años fue detenido en la ciudadela 28 de Agosto. Tenía 15 fundas plásticas con droga.
Pero la venta directa de los microtraficantes ya no es la única vía para llegar a los estudiantes. La Policía tiene sospechas que las mafias están utilizando a menores que van a las escuelas y venden en las aulas.
De esto también conoce Julieta Sagñay, responsable del programa Por un Futuro Sin Drogas, del Municipio de Guayaquil. Ella actualmente trabaja en procesos de rehabilitación con cerca de 2 000 chicos. La especialista dice que la mayoría de los jóvenes con problemas de consumo dicen que accedieron a las drogas dentro del ámbito educativo.
Los jóvenes relatan que hay compañeros de clases que se encargan de distribuir los paquetes de droga cada dos horas. Ese es el tiempo aproximado que pasa para que una persona vuelva a consumir para calmar su adicción.
De allí señala que las autoridades de Educación debían iniciar un plan para contrarrestar la venta de droga en los colegios antes de autorizar el regreso a clases. El Ministerio de Educación, por su parte, ha indicado que armaron mesas de trabajo para organizar charlas y conferencias de prevención en las instituciones educativas.
Lo mismo ha iniciado la Gobernación del Guayas. Su titular, Pablo Arosemena, señala que desde este mes empezarán con programas de prevención para combatir a las mafias.
La Policía también activa más controles, pues la cifra de microtráfico cada vez es más alta. Solo en los nueve primeros meses de este año, los agentes se incautaron de 13 toneladas de droga para consumo interno. Eso es superior a los registros del 2010 y 2019.
Mientras esto ocurre, en las escuelas y colegios de Guayaquil los profesores y padres de familia permanecen en los exteriores de los planteles para evitar la presencia de desconocidos. Una de las estrategias que están utilizando es acudir por los estudiantes en las salidas de las unidades educativas.
Pero eso es cada vez más difícil en sectores considerados conflictivos como los Suburbios, los Guasmos, Pascuales y Bastión Popular. La Policía dice que allí las redes de microtraficantes también apuntan sus operaciones a los colegios.