Se sentía acorralada. No había escape. El romance era tan intenso para ella, vital, que se negaba a dejarlo ir fácilmente. Y lo intentó todo. Todo, hasta lanzarse por una colina para lograr su atención, su compasión.
En ese camino, por un aparente túnel sin salida, tropezó obstáculo tras obstáculo: la situación familiar era agobiante, en el trabajo la relegaron. María era una joven enfermera chilena. Antes de subir a un cerro en su país y arrojarse por el precipicio vivió otros intentos, unos tan mínimos como pensar en cómo quitarse la vida.
El psiquiatra Alejandro Gómez Chamorro relata esta y otras historias de pacientes con su peculiar acento chileno. Un romance adolescente que acabó. Un examen universitario que se cree imposible aprobar. El abuso y la burla de los compañeros del colegio.
La semana pasada, por unos instantes, un grupo de psiquiatras y sicólogos olvidó el mandil. Se sentaron en el sillón del paciente y dejaron que el médico chileno se convirtiera en su terapeuta.
Con una simulación de terapia, los especialistas se capacitan en estrategias para prevenir el suicidio, la segunda causa de defunción mundial en personas de 10 a 24 años. O más específicamente: una muerte cada 40 segundos según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Antes de llegar a la dinamita, la hilera de pólvora se puede encender entre 10 y 20 veces. Esos son los intentos suicidas, las chispas antes de la irreversible explosión final o la autoaniquilación.
“No hay que esperar la idea suicida para intervenir. Hay que evaluar las manifestaciones”, explica Gómez. Y da algunas pautas.
Las enfermedades mentales son la causa de fondo. “Entre un 60 y 70% de los suicidas padece depresión, un 20% males mentales y hay un 50% de casos en que los padres padecían enfermedades psíquicas que no fueron tratadas”.
Los factores de vulnerabilidad son otro peldaño. Disfuncionalidad familiar, quiebre de relaciones interpersonales, migración, abuso de alcohol y drogas, abuso sexual, abuso escolar o bullying… Estos factores pueden desencadenar en manifestaciones de riesgo. María pasó por un cambio súbito de hábitos en comer y dormir, era retraída, descuidó su apariencia, mostraba cambios bruscos de personalidad, expresaba desesperanza y amenazas de muerte.
El psiquiatra Rodolfo Rodríguez Castello aconseja identificar estas señales de alerta. Y no dejar pasar por alto las expresiones obsesivas de muerte en diálogos, dibujos, textos o, actualmente, en las redes sociales. Se calcula que un 60% de suicidas anunció días antes su decisión de morir.
¿Cómo reaccionar? Rodríguez recomienda mantener la comunicación. “Hay que escuchar y aceptar, no criticar ni juzgar. El contacto físico y afectivo con la persona es esencial. La cercanía hacia lo espiritual también es un buen apoyo”.
El psiquiatra sugiere algunas medidas preventivas, como eliminar en el hogar posibles objetos de autolesión (armas, pesticidas, fármacos) y acudir a profesionales para someterse a terapias.
El pediatra Carlos Ulfe cree que en Ecuador no hay un plan estructurado para dar soporte a quienes ven en el suicidio la escapatoria. El médico labora en un centro de salud público y recuerda que ha atendido a pacientes con tendencia suicida. Eso lo motivó a crear un espacio de consejería, pero sus herramientas son escasas.
En el país, en al menos 19 provincias, el suicidio es una de las primeras causas de muerte. En los últimos 10 años los casos aumentaron de un 2 al 6%.
Los suicidios en cadena de adolescentes en Tulcán y un presunto pacto de autoeliminación entre 16 jóvenes. La muerte de un niño de 14 años en Guayaquil; sus hermanas menores lo hallaron colgando del techo de su vivienda.
Por estos casos el especialista chileno reconoce que una debilidad de América Latina es la falta de iniciativas de prevención. En su país, explica, hay una estrategia nacional que incluye capacitación para los médicos y la comunidad.
En escuelas y colegios, los maestros son centinelas. Son entrenados para detectar los signos de alerta suicida. También hacen ferias y maratones para debatir y profundizar el tema.
“No es solo un medicamento; claro que en ciertos casos se requiere ayuda farmacológica, pero más peso tiene la relación humana. Hay que trabajar en sensibilización”, enfatiza Gómez.
Por planes de este tipo, María no es parte de las estadísticas. Buscó ayuda a tiempo y logró superar sus continuos episodios depresivos.
Las ideas de muerte se diluyeron. Hoy tiene una nueva vida y formó una familia.
Salud
- 70% de los suicidas sufrieron de depresión 60% anunció su decisión antes del suicidio
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