En el 2012, el Ministerio del Interior metió bajo la alfombra el ‘Estudio sobre el estado de la trata de personas en Ecuador’, que identificó a la frontera norte como “ruta de explotación sexual” con más de 200 prostíbulos, “policías socios” y reclutamiento para tráfico de drogas.
Corrían los días en que la data delictiva se concentraba en una oficina, a una cuadra de la Plaza Grande de Quito, de modo tal que todo indicador se difundía tras sortear el filtro del correísmo. El estudio, de 183 páginas, fue publicado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) con dos apostillas: “No es un documento oficial de las Naciones Unidas”. “No ha sido editado formalmente, está abierto a discusión”.
No sería la primera vez que el Ministerio incidía en un análisis del problema. Desde 2015, la Unodc ya no recibió aval para su Monitoreo de cultivos ilícitos en Ecuador: van cuatro años sin esa georeferenciaba de áreas deforestadas, para minería ilegal, por ejemplo; sin fotos de pistas ilegales…
Otra investigación, ‘La trata ante el espejo’, financiada desde Europa, ni siquiera pudo ver la luz, en 2012 en el país, por sus hallazgos de colusión en la frontera norte.
El ‘Estudio sobre la trata en Ecuador’ caracterizaba en 2012 que la esclavitud sexual es un delito conexo al narcotráfico y al tráfico de armas. Y Quito era escenario. ¿Quito? Sí, por explotación y tránsito; igual que ahora.
La muerte de Carolina, de 15 años, perpetrada en agosto del 2018, corrió el velo del fenómeno: adicción a drogas, esclavitud sexual, pornografía. Un extranjero arrestado. Esta semana se ha difundido la segunda autopsia: desmiente a la Dinased y su tesis de ‘muerte natural’. Tras la divulgación de la exhumación, la Fiscalía ha etiquetado al caso como ‘reservado’.
¿Reservado? 8 de cada 10 casos quedan impunes en Ecuador. Lo dice el Informe Global de Trata difundido por la Unodc este 2019. Entre 2014 y 2017 hubo 175 víctimas de trata sexual. Es el más complicado problema de seguridad del país, reseña el estudio del 2012, salvo que el Ministerio lo estimó falso por ser ajeno a su crisol.