Hace varios años, algunos educadores participamos en un exorcismo inolvidable. Un organismo incondicional con los niños, incentivó a maestros rurales a recoger todos sus instrumentos de castigo: reglas, aciales, fuetes, palos, varillas, sogas, correas con hebilla. Los arrojaron en el patio y les prendieron fuego. Soñamos que ardían armas y mentes medievales.
Fue solo una ilusión. Comprobamos que el castigo perdió brillo, pero vive en muchos corazones. Se disfrazó, recreó argumentos, enamoró gentes nuevas… Estos días vimos a un descarado dando palo a varios chicos. Nada menos que en el Colegio Mejía, en el Patrón Mejía de todos.
Uno de los símbolos potentes en la educación ha sido el Patrón Mejía. Nunca pasó desapercibido, ni en los deportes, ni en los certámenes académicos. Sin embargo, la esencia de su fama, se fraguó en las calles. Ahí sus estudiantes y maestros levantaron la voz contra todo poder autoritario, el chiquito del aula o el inmenso de un gobierno. Fueron tercos y autónomos para presionar y resistieron todo: muertes, golpes, gases, invasión, expulsiones, prisiones, juicios. En la década que se fue, les acusaron hasta de sabotaje… a ellos, los libertarios.
Hoy asistimos boquiabiertos a un drama de violencia con un dolor adicional: muchos estudiantes y familias aprueban el castigo y sus efectos formativos. El agredido agradeciendo al agresor. Todo un desplante a la sociedad.
Por ahora levantamos 3 desafíos. El primero al Inspector estrella. Le recordamos que las huellas del palo desaparecen en 8 horas. Pero los valores sembrados a favor del poder autoritario, la sumisión, la humillación no sanarán pronto. ¿Estará dispuesto a revisar su vida-su rol, pedir perdón y retirarse adonde no cause daño?
El segundo desafío es a las organizaciones de docentes y rectores, pues no hay espacio para el silencio ni para el espíritu de cuerpo. ¿Cuál es su opinión frente a los palos? ¿Qué proponen? ¿A qué se comprometen?
El tercer desafío va para las autoridades del Mejía. Saben que una vez retirado el Inspector, quedarán sitiados por cientos de estudiantes y familias adversas a los principios que nos hacen sujetos. ¿Son conscientes de la oportunidad y el poder que tienen para dar un vuelco a favor de los derechos de todos? ¿Están a la altura?
En estos temas se juega la calidad de la educación. Por eso, apoyar campañas contra la violencia es imperativo. Pero si todo queda en casa, en los orientadores no se sacudirá nada. Por ahora el sistema no tiene la potencia suficiente para autoevaluarse y reinventarse solo. Necesita de aliados externos…
Ansiamos ver al Mejía en la cúspide, incinerando todo vestigio de violencia en las aulas…
No te arrugues Patrón Mejía. Hay miles de miradas expectantes. No te arrugues.