Marita Giménez, especialista en derecho animal. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Marita Giménez coordina el Máster en Derecho Animal y Sociedad de la Universidad Autónoma de Barcelona. La especialista visitó el Ecuador para dar una conferencia sobre la consideración de los animales como miembros de la sociedad que requieren tutela jurídica. En diálogo con este Diario habló de la necesidad de que exista una legislación de este tipo.
¿Por qué vio la necesidad de empezar a hablar del derecho animal?
Yo soy catedrática de Derecho Romano. Los esclavos y los animales en Roma tenían el mismo tratamiento jurídico. Entonces decidí aplicar esto en mis clases. Así nació una clase que luego se hizo un máster. Pero, claro, al principio nadie pensaba que tenía sentido, hubo mucha resistencia.
¿Cuáles son los principales obstáculos al tratar de implementar legislación que proteja a los animales?
Creo que el principal problema es ignorar que hace falta que se proteja a los animales. Esto puede ser bien porque es más fácil mirar hacia otro lado porque no nos interesa o porque se puede encontrar dificultades al tratar de cambiar ciertas estructuras.
El tema del derecho animal es novedoso, recién se está hablando sobre el tema en políticas públicas y en la academia. ¿A qué se debe este cambio?
Durante muchos siglos el derecho guardó un silencio sepulcral acerca de los animales. Sin embargo, en los últimos años se ha producido un cambio muy importante. Es lo que se conoce en el ámbito científico como el ‘giro animal’ o ‘animal turn’. Esto viene por la reflexión combinada de la ética y los aportes de la ciencia. Es claro que una sociedad, al día de hoy, no puede prescindir de algo tan importante como es la presencia de los animales dentro de las
estructuras jurídicas porque ya forman parte de las estructuras sociales.
Ahora se sabe que los animales sienten y sufren también. ¿Esto ayudó a impulsar los cambios?
La sensibilidad social ha cambiado y la ciencia del bienestar animal ha hecho afirmaciones muy probadas y muy sólidas de que los animales son seres sintientes, es decir, no solo que experimentan dolor sino que sufren. Dada esa naturaleza de ser sintientes no se puede ignorar ni hacer una legislación cualquiera. Hay que hacerla adaptada a esas necesidades.
También deben ser adaptadas al contexto geográfico y social de donde se van a aplicar.
Evidentemente. El contexto social europeo, asiático y latinoamericano son muy diferentes. Latinoamérica está dando pasos de gigante y nos está dando lecciones en Europa y muchos países. Por ejemplo, en Ecuador se ha legislado en favor de la naturaleza. En Argentina se han dictado sentencias en favor de chimpancés, dotándoles de personalidad jurídica y reconociendo que son personas no humanas que necesitan protección, algo que apenas empezamos a discutir en otros continentes.
¿Cuál es el siguiente paso de esta evolución jurídica en favor de los animales?
En Francia se va a presentar un proyecto de legislación para declarar personas no humanas a los animales de compañía y dotarlas de personalidad jurídica. Hemos pasado por la fase de la dignidad, que fue la primera oleada de reconocimiento de que los animales son algo más que cosas. Luego vino la fase de la sintiencia, de reconocer que sienten dolor y sufren, en la que todavía estamos. Esta última está impulsando la fase de dotar de personalidad jurídica y en ese terreno hay un gran avance en Latinoamérica.
¿Cuál es la importancia de la academia para lograr estos avances?
Lo que nosotros podemos hacer es crear instrumentos para que la gente sea doblemente eficaz en el trabajo por los animales. Esa es la razón de la existencia del máster. Y lo logramos, porque nuestros graduados están cambiando estructuras desde la política pública, comunicación y más.