Desde hace dos días su hogar es una jaula de 3 metros de alto y 2 metros de ancho. Es un halcón al que le cortaron sus plumas, uñas y parte de su pata derecha. No volverá a volar.
Esta ave, al igual que el 98% de animales que están en el Zoo de Quito, en Guayllabamba, fue rescatada o decomisada por el Ministerio del Ambiente o la Unidad de Protección de Medio Ambiente (UPMA). El otro 2% es dejado en cartones o costales en la entrada de este sitio. Así lo indica Juan Manuel Carrión, director del zoo.
Durante el 2013 se decomisaron 2 327 animales de varias especies silvestres y se iniciaron 2 860 procesos administrativos, según informó la ministra de Ambiente, Lorena Tapia.
La fauna que se decomisa o rescata recibe atención médica y es trasladada a un centro de manejo. En el país hay 39 zoológicos, 21 centros de rescate y 15 zoocriaderos legales.
En el caso de Pichincha, el chequeo clínico se hace en el Fondo Tueri de la U. San Francisco de Quito, en Cumbayá, y son trasladados al Zoológico de Quito, explicó la capitán de la UPMA, Geovana Pérez.
En este último sitio se les busca, según la especie, un lugar para quedarse. Por ejemplo, los guacamayos se van al aviario de este zoo, los monos tienen un sitio para mamíferos. El problema es que la mayoría no puede ser reinsertada en su hábitat, porque están acostumbrados a estar cerca de humanos y el riesgo es que sean cazados nuevamente.
Esto, además, ha generado que el zoológico llegue a su límite de capacidad. Ahora están 300 ejemplares en exhibición y 125 en cuarentena, para restablecer su salud y mientras se les busca un espacio.
[[OBJECT]]A diario hay entre cuatro y seis denuncias por tenencia ilegal de fauna silvestre y las provincias que más registros tienen son Pichincha y Orellana. El último martes, 27 animales, entre monos capuchinos, tortugas motelo, loros y una ardilla permanecían en cuarentena en el Fondo Tueri. El veterinario Andrés Ortega indicó que a diferencia del Zoo de Quito, en ese centro el 42,5% de los animales que llegan son por entrega voluntaria, mientras que el 33,6% es por rescate y el 19,2 % por decomiso.
Mientras Ortega caminaba por esta área, un mono capuchino que fue decomisado parecía perdido, golpeaba el suelo por instantes, se iba a un rincón, no emitía sonidos, se levantaba, se aferraba a los barrotes. Esta secuencia de acciones la repitió por 30 minutos. Este comportamiento revela el estrés al que se somete a los animales encerrados, indica Pablo Arias, otro veterinario que recibe a los animales y los evalúa en el zoo. El 90% de los individuos que llegan tiene parásitos, están desnutridos y tienen problemas en la piel.
En un rincón del área de evaluación tres monos chorongos no paran de hacer piruetas. Esta especie de mamífero está en peligro de extinción y forma parte del Libro Rojo de Mamíferos del Ecuador.
Aparte de estos monos, en la lista roja que maneja la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, constan caimanes, tortugas mordedoras, guacamayo rojo con verde. Al menos un ejemplar de cada una de estas especies está en Guayllabamba y otros tres guacamayos en UPMA.
El porcentaje de decomisos es alto en Pichincha, porque la gente busca especies exóticas como mascotas; en cambio, en Orellana los capturan para mostrarlos en hosterías o venderlos a turistas, según Pérez.
Los animales más demandados para tenerlos como mascotas son aves, monos, tortugas, iguanas y hasta felinos.
En la Amazonía se cazan mamíferos para comercializar su carne. Entre las especies vivas que más se decomisan en mercados, carreteras, casas, buses, aeropuertos, etc. están el pécari de collar, la guatusa de Oriente, los monos capuchinos y barizos, coatíes, perezosos.
Entre las aves hay loros, pericos, guacamayos y tucanes; y entre reptiles, tortugas charapa, motelo y mordedora, culebras boas, equis e iguanas.
Katty Garzón, directora del Vivarium de Quito, indica que en el sitio habitan 319 individuos, de los cuales el 35% fueron rescatados en el 2013.
Pese a los esfuerzos que se hacen por reinsertar a los animales decomisados, el Ministerio del Ambiente dice que menos del 1% de fauna recuperada, entre 2012 y 2013, se reinsertó sa su entorno originario.