Poco a poco el tema del medio ambiente gana protagonismo en la campaña electoral. Ya lo dijimos, el hecho de que el mismo día de las elecciones a presidente y asambleístas se lleve a cabo las consultas del Yasuní y del Chocó Andino, coloca a estos asuntos sensibles, como factores gravitantes en la elección del nuevo mandatario.
Los analistas que siguen pensando que el factor seguridad es el más relevante en la campaña, están equivocados. En estas las semanas el tema ambiental, de manera particular el Yasuní, por obra y gracia de los voceros de los poderosos intereses de petroleras y mineras, ayudados por los grandes medios, ha sido posicionado firmemente en la opinión pública.
El relato creado por dichos voceros apunta a crear pánico en la población como recurso para que vote no en la consulta. Dicen que de ganar el sí, el fisco dejaría de recibir 1.200 millones de dólares de los ingresos petroleros, afectando catastróficamente las finanzas del estado, poniendo en riesgo a la dolarización, una de las políticas más valoradas por la población.
Ante semejante ofensiva comunicacional, los Yasunidos y otros ambientalistas y activistas sociales, han reaccionado con tesis y valentía, pero con limitados indicadores. La mayoría de presidenciables ven desde las gradas la disputa, aunque están cada vez más presionados a tomar partido. Algunos ya lo han hecho, sabiendo que habrá beneficios y costos políticos frente a un tema altamente popular entre los jóvenes.
El ambientalismo debe mejorar sus argumentos para conquistar el sí del electorado. Pero, sobre todo, debe rebasar los límites fiscalistas de la cancha trazada por las corporaciones, para llevar al país al debate impostergable de cambiar el perjudicial modelo extractivista y primario exportador vigente desde la colonia. Si algún candidato se enchufa y desarrolla seriamente esta propuesta podría no solo ganar las elecciones, sino propiciar la construcción de una nueva sociedad y economía. Un país con nuevo sentido.