El nombre “muerte cruzada” es tan acertado. Transmite eso de “te mato, pero me muero” y es un reflejo de la chispa que tenemos los ecuatorianos que hemos puesto nombres como “Ley Trole“, “Monumento al transformador”, “Edificio la licuadora” o “Ministra copy/paste”.
Así, estamos ante una realidad: el presidente se va porque ya se fueron los diputados y el 10 de diciembre tendremos un nuevo presidente y una nueva asamblea. Y, por ahora, todos estamos concentrados en la elección presidencial, legislativa y en las dos consultas populares que, al menos en Quito, tenemos que contestar.
En este ambiente, el presidente disfruta de una notable libertad, porque ya no tiene que rendirle cuentas a nadie y tampoco tiene que preocuparse por su popularidad. La atención de los ecuatorianos está en las elecciones y no en lo que haga el ejecutivo.
Por lo tanto, podría hacer cosas necesarias, aunque impopulares. Y aquí van tres pospuestas de temas que puede atacar un gobierno de salida y sin candidatos: pelear en el tema Yasuní, abogar por la minería legal y ajustar los precios de los combustibles.
Si se aprueba la consulta del Yasuní, el gobierno tendrá algunos gastos adicionales, pero mucho menos ingresos. Tendrá un déficit más alto, con una creciente dificultad para financiarlo. Los que sufrirían serían los ministros de finanzas de los próximos dos gobiernos, por lo que el actual debería dar una decidida pelea, explicando lo que implica un “sí” en la consulta.
La minería legal puede dañar el medio ambiente, pero la minería ilegal lo destroza. A los mineros legales se los puede enjuiciar, mientras que si criticas a los ilegales, te mandan a matar. Dado que es imposible bloquear a la minería, es mejor que sea legal y el gobierno debería argumentar en esa dirección.
Finalmente, los subsidios a los combustibles son un daño al bolsillo de los ecuatorianos (sobre todo de los más pobres), daña el medio ambiente y sólo beneficia a los contrabandistas. Deberían desaparecer y si el gobierno sube mañana los precios de la gasolina y el diesel, nadie le va a botar. Todos van a rasgarse las vestiduras, pero nadie va a armar un levantamiento. Y las futuras generaciones lo van a agradecer. Dele, presi, juéguese por estas tres iniciativas.