Desde los 8 años, Gabriela Vintimilla luchó contra la cirrosis hepática. A los 26, el hígado se destruyó por completo, afectó sus riñones y pulmones y falleció la noche del jueves.
El último mes y medio, la joven cuencana pasó permanentemente hospitalizada. Únicamente la última semana de 2009 estuvo en casa, en el norte de Quito.
Allí esperaba que apareciera un donante cadavérico que le salvara la vida y no lo consiguió.
Ese donante llegó días después, pero Gabriela estaba en terapia intensiva agravada por una pulmonía. Los doctores no podían hacer nada hasta que se mejorara.
Los días pasaron y el hígado dejó de funcionar por completo. El cuerpo de la joven fue trasladado a Cuenca y ayer fue velada.
Inés Naula llora al acordarse de Gabriela. Las dos son cuencanas y necesitaban un hígado. Se conocieron cuando comenzaron el tratamiento. “Quería que las dos volvamos a nuestra ciudad, pero sanitas, sin problemas. Ahora no voy a cumplir ese deseo…”.
El 2 de enero, Naula, de 59 años, recibió un trasplante de hígado. Y ayer se recuperaba en la habitación 205 del Hospital Metropolitano.
“Estoy bien y espero seguir así para ayudar a otra gente”.
Desde el 21 de diciembre, cuando se realizó el primer trasplante hepático, hasta el momento se han realizado cuatro operaciones. La primera en someterse a esta intervención fue la quiteña Ángela Viteri. Luego se atendió a Naula, más tarde a Graciela Carchi, quien no resistió la cirugía y el lunes 12 falleció. La última en entrar a los quirófanos fue Luz María Suárez, operada también el lunes. La paciente salió de terapia intensiva y se encuentra bien.