Manai Kowii, Milena Cabrera, Gabriela Remache y Angélica Alomoto son parte del colectivo. Foto: Patricio Teràn / EL COMERCIO
Warmi Muyo fue creado en el 2015 por las artistas Manaii Kowi y Gabriela Remache, ambas del pueblo kichwa Otavalo, y Tirsa Chindoy, del pueblo Inga, de Colombia. Se unieron con el objetivo de fortalecer la presencia de las mujeres indígenas en el arte.
Su primer proyecto fue presentar una exposición colectiva y comunitaria en Peguche. La muestra y los eventos paralelos fueron autogestionados y contaron con el apoyo de marcas otavaleñas como Zhafra, de ropa para mujeres.
Realizaron un taller de arte para niños y los resultados se pusieron en la exposición, en la que también estuvieron las obras de Kowi, Remache y Chindoy. Además, las prácticas comunitarias también estuvieron presentes: hubo una pambamesa, donde compartieron alimentos con los asistentes.
Kowi cree que esta y otras muestras que vinieron después no habrían sido posibles si no hubiesen estado unidas.
Chindoy regresó a Colombia después de terminar sus estudios de posgrado en Quito, pero las otras integrantes siguen conectadas con la artista colombiana. Ahora son cuatro mujeres que trabajan y se reúnen cada semana en espacios como la Facultad de Artes de la Universidad Central. A Kowi y a Remache se les unieron Milena Cabrera, de ascendencia achuar, y Angélica Alomoto, de Quijos, Napo.
Kowi se dedica a la pintura y a la ilustración; Remache trabaja en instalaciones y en cerámica; Cabrera hace cerámica, escultura e instalación; Alomoto es ceramista y también es docente en la Universidad Central del Ecuador.
Uno de los cuestionamientos que plantean es que, desde la academia, el arte precolombino y de los pueblos originarios es visto como naif y es minimizado. Entonces, el camino que eligieron, según explica Alomoto, se basa en las agendas de los pueblos y nacionalidades. “No queremos crear una jerarquía sobre el conocimiento occidental, sino pensar en la necesidad de un conocimiento que interpele esas formas de conocimiento en nuestro contexto tan diverso”, expresa la docente.
Remache dice que las mantiene unidas la importancia de visibilizar la voz ancestral de quienes forman parte de sus pueblos. “Lo que nos conecta es hablar desde nuestra memoria, desde nuestras vivencias, desde lo que implica pertenecer a un pueblo o nacionalidad”, amplía Cabrera.
La forma que han encontrado para las exploraciones y expresiones como colectivo está ligada al quehacer con las manos, una de las máximas del mundo indígena del territorio ecuatoriano. Cerámica, tejido, pintura, escultura, entre otras prácticas, se convierten en herramientas para construir los conceptos desde lo elemental.
Ahora, el colectivo Warmi Muyo (semilla femenina, en kichwa) está trabajando en su primera obra en conjunto, que estará finalizada a mediados de octubre. Se trata de una instalación elaborada con cerámica, en la que un pondo representa a la concentración del conocimiento y cuatro vasijas (que simbolizan el fuego, aire, tierra y agua) son las fuentes del conocimiento.