Las cascadas, ríos, senderos y la comida típica manabita son los atractivos que aprovechan los montuvios
de esta zona para dar a conocer sus
costumbres. Foto: Juan Carlos Pérez/PARA EL COMERCIO
Las tradiciones y costumbres montuvias se revitalizan en la parroquia La Manga del Cura, en el norte de la provincia de Manabí.
Sus habitantes cada vez más se sienten orgullosos de su entorno que está engalanado por materiales y paisajes naturales que evocan a sus antepasados y a sus pueblos de origen.
Las casas de caña guadúa, los caminos secundarios lastrados, los árboles de bambú y plantaciones de paja toquilla hacen parte de esta zona.
En este escenario campestre confluyen las historias de los originarios de los cantones El Carmen, Calceta, Portoviejo, Chone y su parroquia Canuto. Cada fin de semana y en temporada de feriado, ellos le dan vida a este lugar que desde el 27 de septiembre del 2016 se hizo parroquia de Manabí.
Desde entonces su apuesta es por el turismo comunitario gracias a las cascadas El Pintado y el Salto del Armadillo que son los principales atractivos de La Manga del Cura.
Anabella Cedeño es propietaria de una hostería que adoptó el nombre de ‘Brisas de las cascadas’ en honor a la del Salto del Armadillo, que se encuentra cerca de ese establecimiento. Cada fin de semana llegan unos 100 turistas animados por las caminatas que se realizan por senderos que se construyeron en los alrededores de esa cascada.
Ahí se realiza la pesca deportiva, se puede acampar o hacer un viaje en boyas inflables que se alquilan por USD 1 cada hora. En estos días, el afluente que alimenta a la cascada se encuentra con sus aguas “mansas” y eso es una ventaja para los aventureros que desean adentrarse hasta una suerte de ensenada que se forma al pie del lugar.
Pero los visitantes también pueden disfrutar del canto de las aves y la caída del agua en las cascadas, mientras degustan de la comida típica manabita. Esta suerte de paraderos se encuentran cerca de esos atractivos y su oferta va desde los secos de gallina criolla, seco de pavo, longaniza ahumada y el maduro asado combinado con maní y queso, o la típica salprieta. Son platos tradicionales del menú de los montuvios manabitas.
Moisés Pazmiño, propietario del restaurante Renacer, dice que a los turistas se los anima a vivir la experiencia de los antepasados montuvios en la cocina ancestral.
Todo empieza con el corte de la leña, que luego de la tala es trasladada en camionetas con carrocería de madera desde las fincas que quedan a cinco minutos del establecimiento.
La carga es de árboles diseccionados de guaba, cogollo de teca y de naranja, que por estos días de lluvias invernales son ideales para someterlos al fuego dentro de fogones de barro.
Para ese proceso se utiliza un poco de diésel y también un abanico de rampira que ayuda a avivar el fuego.
José Medina es de Guayas y el jueves 26 de enero aprendió esa técnica y también conoció algunos secretos que tienen los montuvios de Manabí para cocinar sus alimentos.
En la choza restaurante Renacer mantienen esta tradición para mostrar sus costumbres a los ‘forasteros’, nacionales y extranjeros.
Gladys Figueroa, la copropietaria del lugar, cuenta que involucrar a los turistas en este proceso los llena de orgullo porque así los hacen parte de esa experiencia ancestral.
“Se toman fotos, se llevan nuestros recuerdos y al poco tiempo vuelven porque quieren conocer un poco más de nuestras raíces”.
En La Manga del Cura el turismo aún está en despegue.
La Prefectura de Manabí la declaró como zona prioritaria para el turismo comunitario y eso alienta a los visitantes.