Las fiestas populares del Ecuador tienen, en general, los sellos del mestizaje. El Carnaval es un ejemplo de ello. Se trata de una fiesta pagana, relacionada con ‘el fin de la fiesta’ antes de una época de recogimiento para los cristianos practicantes: la Cuaresma, que se inicia el Miércoles de Ceniza.
Son días de alegría, descontrol y color que tienen que ver con los calendarios agrícolas y la fiesta indígena del florecimiento o Pawkar Raymi. En esta celebración que cambia de fecha cada año, según el calendario litúrgico, han surgido personajes alrededor de los cuales se vive esta tradición.
Según la socióloga María Augusta Espín, hay varias versiones sobre el origen del personaje, pero la más extendida es que entre mediados del siglo XIX y del siglo XX, los hacendados bajaban a pueblos y ciudades, luciendo sus mejores ropajes, en su mejor caballo.
Los hacendados eran llamados taitas o taicos. Una comitiva de indígenas y campesinos que trabajaban en su hacienda cargaban muchos productos para hacer una gran fiesta en la ciudad. Sus empleados regresaban a la hacienda, con algo de licor y productos como pago.
“Este personaje desapareció por mucho tiempo, pero más o menos en los ochenta se retoma la figura del Taita Carnaval”. Uno de los más populares es el Taita Carnaval de Guaranda, que este año está personificado por Gorky Dávila.
Su traje típico se compone con un poncho de lana de borrego, un sombrero de paño y un zamarro. Llega a la ciudad una semana antes de Carnaval, montado en su caballo y lo hace con una comitiva que carga comida y licor, para la fiesta.
Aunque menos visible existen otros importantes personajes para esta fiesta. Se trata de los huasitupac. Ellos son habitantes de pueblos de la provincia de Bolívar, especialmente, que reciben con cantos a los carnavaleros que llegan para la fiesta y se quedan en sus casas. Les brindan comida, chicha y licor.
En Azuay también existe el Taita Carnaval, pero su origen es distinto, pues viene de la tradición cañari. Él baja de la montaña, junto al Wagsha o Waxcha. Ambos simbolizan el espíritu de la montaña y traen consigo el augurio de una buena o mala cosecha. En Tarqui, en los últimos años, se ha recreado esta tradición, que contempla una batalla llamada Pucará, entre dos bandos: los jaguacholos y los uracholos.
Si ganan los primeros, habrá una buena cosecha y el Taita Carnaval volverá a la montaña entonando con su pingullo tonadas alegres. Si ganan los segundos, volverá tocanto música triste por la mala cosecha.
En Quito se ha retomado la fiesta de las luchas de barrios, con cáscaras de cera, perfume, agua. Se invadía las casas, se mojaba a la gente que estaba adentro y después se hacían fiestas, canelazos y demás. Actualmente muy poca gente juega, además por la idea de no desperdiciar el agua. Ya no es una fiesta vecinal sino familiar.
Espín afirma que hay memorias que revelan que en la Colonia se empezaron a unir elementos característicos de la cultura española con la indígena para el Carnaval. Las guerras entre comunidades, la uchuchina (invitaciones de una comunidad a otra) y la música son los aportes andinos.
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