En el ‘crossfit’ no se cumple el uso de las mascarillas contra covid-19

En Magno Box, en la Alborada, la mayoría de los usuarios no usa mascarillas. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

La fachada tiene unos pilares rosas y un enrejado cubierto con plástico negro para ocultar lo que pasa adentro. Al otro lado de la reja una docena de personas se ejercita en un galpón lanzando pesados balones a círculos de metal, sujetos en lo alto, alzando pesos en el piso o usando su propio cuerpo.

Es el final de la tarde del miércoles último. Hombres y mujeres salen y entran sudorosos, con la respiración agitada y sin tapabocas, luego de trotar alrededor de una cuadra de la ciudadela Vernaza Norte, en el norte de Guayaquil.

En Monkey, este sitio de entrenamiento tipo ‘xfit’ (similar al ‘crossfit’), ninguno de los asistentes usa mascarillas.
Un equipo de EL COMERCIO comprobó, en un recorrido por el centro-norte y norte de la ciudad, que los ‘crossfit’ se saltan olímpicamente el uso de mascarilla en plena segunda ola de contagios de coronavirus en Guayaquil.

Los lineamientos para la actividad de gimnasios y centros de entrenamiento, emitidos por la Secretaría del Deporte, subrayan que los clientes deben usar cubreboca y se deben respetar medidas de desinfección, distancia y bioseguridad. El manual también descarta que el uso de mascarilla provoque hipoxia ni intoxicación por CO2 en las personas.

En Monkey, una de las jóvenes encargadas se queda sin palabras al ser interpelada por el irrespeto al uso de tapabocas en el sitio. Ella está sudorosa en el ajustado traje elástico de entrenamiento. Tampoco lleva mascarilla y desvía la mirada: “No sabría decirle, yo no puedo dar información”, dice. Luego añade: “Las medidas de seguridad se mantienen con desinfección y distancia”.

El relajamiento campante, ante una medida básica para prevenir focos de contagios, está lejos de ser exclusivo de ese sitio de entrenamiento.

En Magno Box, ubicado en la quinta etapa de la Alborada, se reúne todas las tardes-noches un grupo de una docena de jóvenes. Hacen estiramientos y ejercicios sobre una estera de plástico en el piso, alzan los discos de las pesas, se sujetan a barras de metal para subir su propio peso o salen a trotar por el barrio. El espacio es reducido, equivalente al garaje frontal de una casa, y solo un par de los clientes usa mascarilla.

El Centro de Investigaciones de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) ha registrado en la ciudad la presencia comunitaria de las variantes brasileña, neoyorquina, inglesa y andina. Las mutaciones en la proteína de la espícula le permiten al virus acoplarse mejor a las células humanas. Eso puede agravar más a personas de entre 20 y 50 años, por estar expuestas a una mayor carga viral, advirtieron los estudios de la UEES.

En los gimnasios convencionales los esfuerzos se concentran en hacer respetar el uso correcto del cubrebocas, a pesar de lo molesto que puede resultar para actividades cardiovasculares. El porcentaje de personas con la nariz fuera de la mascarilla, con ella en el cuello o sin el insumo, es marginal. Aunque también patente en grandes ‘gyms’ que funcionan en el norte de la ciudad.

Gustavo Mejía, de Corporal Gym y parte de la directiva de la Asociación de Gimnasios de Guayaquil, indicó que en enero pasado lograron que el sector sea excluido del grupo de bares y discotecas, a los que estuvo ligado en los paquetes de medidas restrictivas.

“Somos actividades deportivas y damos salud”, arguye Mejía. “Es verdad que puede ser incómodo ejercitarse con mascarilla y se necesitan también momentos para hidratarse, pero la mayoría se ha adaptado, limitando el tiempo de ejercicios a una hora o una hora y media de trabajo”.

En NovaGym, un gimnasio grande, ubicado en la Alborada, usan mascarillas incluso quienes corren en las bandas o cintas deslizantes de las caminadoras, quienes usan las máquinas tipo esquí y los simuladores de escaleras. Lo permitido es el 30% de aforo, hasta 200 personas por cada grupo y en los cambios de grupo se desinfectan las máquinas, explica Arturo Sarmiento, agente bioseguridad del NovaGym.

“Estamos insistiendo cada momento en el altavoz sobre el uso correcto de la mascarilla y la distancia. Si alguien insiste en desobedecer le devolvemos el pago, no podemos exponer a los demás o quedarnos sin trabajar por una o dos personas”, dijo. El Municipio de Guayaquil realiza inspecciones eventuales, sostuvo.

En Power Club, un sitio de entrenamiento tipo ‘crossfit’ de la Kennedy Norte, las escenas que se observan a través del enrejado que da a la calle son diferentes según la hora.

A media tarde las pocas personas que se ejercitan usan mascarilla en el amplio espacio sobre el que se disponen las pesas. Sobre las 19:00 los puestos de parqueo están llenos en el exterior y una veintena de clientes se ejercita sin mascarilla. Ni quienes venden cocos helados a la salida usan el barbijo.

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