Una familia de 17 personas se aisló voluntariamente tras presentar síntomas de covid-19. Denuncian que no han recibido atención médica. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO.
En la casa de Nancy P., ubicada en el sector de El Condado, en el norte de Quito, se viven momentos de angustia. Su esposo, Ángel G., contrajo covid-19 y se encuentra hospitalizado en un centro de salud público. Ella, sus dos hijos y otras 13 personas con las que comparten la vivienda presentan síntomas de esa enfermedad y piden a las autoridades que les realicen las pruebas de diagnóstico y les brinden atención médica.
A continuación su testimonio:
“Todo comenzó hace dos semanas cuando mi esposo, de 45 años, comenzó a tener fuertes dolores de cabeza y del cuerpo. Perdió el olfato y sentía decaimiento. Le dio mucha fiebre, tosía bastante. No podía caminar bien ni sostenerse por sí mismo. En esos días, él consiguió empleo en una construcción, pero tuvo que dejarlo casi de inmediato porque se sentía muy mal de salud.
Resultó positivo en las pruebas de covid-19 que le hicieron y lo hospitalizaron desde el sábado de la semana anterior. El problema es que mis hijos de 20 y 14 años y yo tenemos síntomas de esa enfermedad. Ya no percibimos los olores, no tenemos sentido del gusto y nos duele la cabeza. Pedimos a las autoridades que nos auxilien, porque cuando nos comunicamos a los números 171 y 911 no nos ayudaron. Su atención ha sido muy mala. Nos dicen que esperemos, que no hay ambulancias…
Nuestra situación es muy preocupante porque en nuestra casa vivimos con 13 familiares más y somos de escasos recursos económicos. Mi esposo es plomero y albañil, mi suegra se dedica al reciclaje. Yo trabajaba en quehaceres domésticos en una casa, pero ya no tengo ese empleo para mantener a mis chicos.
Hoy, mi suegra amaneció con dolor de espalda y la cabeza. En la casa, nuestros parientes tienen dos niños, de 2 y 4 años. Ellos tienen fiebre, decaimiento, dolor de cabeza y lloran bastante, vomitan. Estamos desesperados por lo que estamos viviendo.
Yo paso tapada y cansada, pero saco fuerzas de donde sea para vivir. Por suerte, vecinos y familiares nos ayudan con la comida. Sin embargo, a veces no tenemos para alimentarnos. Todos nos aislamos por nuestra cuenta, ningún médico nos ha dicho que lo hagamos.
Todos los días nos preparamos aguas medicinales para sentirnos mejor y tomamos paracetamol, pero la situación se agrava. Con mis hijos tenemos síntomas desde la semana pasada, al mayor le falta el aire. Rogamos por ayuda y que pronto vengan unos médicos a atendernos”.
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