Los héroes están de moda.Tanto las superproducciones de Hollywood como las diferentes guerras que devastan a la humanidad nos proveen, cada día, con una multitud de héroes. Hasta hemos escuchado hablar durante la pandemia, para referirse al personal de salud o a quienes siguieron alimentando al país cuando todos nos tuvimos que aislar de héroes de lo cotidiano. Además, tengamos por seguro que la copa del mundo de fútbol en Catar en el mes de noviembre también va a crear algunos héroes que serán celebrados como tal en muchos lugares del planeta. Pero ¿qué es un héroe, y por qué razón los necesitamos tanto? ¿Por qué nos fascinan tanto?
En la mitología griega, el héroe es fruto de los amores entre un dios y un ser humano. De ahí que sean pocos y que tengan características paradójicas: no gozan de la plenitud de los dioses, pero tampoco sufren de la finitud de los humanos. Detrás del “personaje” del héroe, hay un “concepto”, tal como si más allá de las diferentes figuras dentro de las cuales se puede encarnar el héroe, existiese un concepto filosófico. El héroe es un concepto que se puede encarnar de diversas maneras. Para retomar el vocabulario del filósofo Gilles Deleuze, se podría decir que el héroe es un personaje conceptual. Pero ¿de qué concepto hablamos?
De aquel de “encuentro de infinitos”. El héroe cristaliza, en un único punto del mundo, los valores más altos de una civilización. Vean ustedes a un bombero salvar de las llamas a un niño. La escena es bella, es buena y es verdadera. Vean al rostro de una enfermera marcado y dañado por la mascarilla que utilizó durante todo el día, hasta el agotamiento, para salvar a sus pacientes: es bello, es bueno y es el reflejo de cierta verdad acerca de lo humano. Su rostro heroico se convierte en uno de los lugares del mundo que condensa todos estos valores. En el héroe, lo infinito se encarna de repente dentro de algo finito, desbordándolo por todos lados. El héroe es la marca o el rastro de lo infinito en el mundo.
Podemos llamar “héroe”, entonces, a alguien que vive a la luz de este punto de encuentro, alguien cuya vida está totalmente regida por el encuentro entre varios infinitos. Todos sabemos que existen varias maneras de percibir o de experimentar al mundo. Un cuerpo desnudo, por ejemplo, no significa nada de por sí. Existe una mirada médica sobre el cuerpo desnudo que lo hace aparecer como un objeto por reparar o un objeto de estudio; pero también existe una mirada estética, a la cual el cuerpo desnudo aparece en tanto que modelo de perfección o de horror; también podemos ver al cuerpo desnudo a la luz de una mirada erótica percibiéndolo en tanto que objeto de deseo. El mundo solo aparece a la luz de nuestra mirada.
He aquí el héroe (ecce heros, más que ecce homo), que percibe y experimenta al mundo a la luz del encuentro entre diferentes infinitos. Ser un héroe es percibir al mundo de cierta manera, desde cierto punto de vista que les hace actuar de una manera determinada. Esto es lo que nos confirma la figura del antihéroe, que experimenta el mundo de otra manera. El Joker no vive únicamente en Gotham sino en Quito, en París o en Londres, en cada lugar en el cual alguien perciba a la ciudad a la luz del encuentro entre la melancolía, la angustia, la libertad y el vacío (es decir, el juego). El Joker, en tanto que antihéroe, no es una persona sino una manera de experimentar el mundo por la cual todos podemos pasar. Todos hemos sido, somos o seremos el Joker. De allí que estos personajes nos hablen tanto, y que su éxito sea mundial. Seremos el Joker el día que experimentemos al mundo desde la oscuridad porque Gotham no es más oscura que Quito ni que París, es nuestra mirada que, desde cierto punto de vista, la percibe como tal. No por nada uno de los personajes de la serie de ‘Watchmen’ se llama Rorschach, tal como el test de psicología, en el cual uno no ve sino lo que ha proyectado sobre las manchas. Tal como las manchas, uno puede ver a la misma ciudad con los ojos del Joker o aquellos de Batman.
El hecho que el héroe experimente el mundo desde lo infinito permite explicar una última de sus características. Muchos de los héroes tienen paradójicamente vidas existencialmente pobres. Spider-man tiene dificultades para mantener una relación sentimental, muchos héroes de la mitología griega terminan en las tragedias, futbolistas, cantantes y actores terminan solos y olvidados. De tanto bailar con el infinito se olvidaron de vivir la finitud y ya no saben experimentar los placeres de lo cotidiano. ¿Qué puede hacer uno después de haber salvado al mundo? ¿Regresar a la rutina de lo cotidiano o morir dentro de un nuevo acto heroico?
Así son los héroes, y quizá sea este probablemente el secreto de su filiación humana y divina: seres humanos que, a pesar del precio extremadamente alto que se debe pagar, viven (y nos invitan a hacerlo) desde lo infinito, tal como si fueran inmortales.