Dolores de cabeza insoportables y ojos enrojecidos por la presión arterial pueden ser señales de un aneurisma intracraneal. Se trata de una dilatación parecida a un globo que se produce en una arteria.
Las personas que tienen uno o varios aneurismas (en un 15% de los casos hay más de uno) batallan años con los síntomas y se limitan a tomar calmantes sin saber la gravedad de su problema. Así hasta que se rompe el aneurisma y se produce una hemorragia en el cerebro.
Martha Violeta Cervantes, de 61 años, siempre se quejó de migrañas, pero no acudió a un especialista. La alarma saltó en el cumpleaños de su esposo hace 15 días. Mientras ella le dedicaba una canción se desplomó, dejó de respirar y su rostro empezó a hincharse.
Estuvo dos horas inconsciente en el Hospital del IESS de Ibarra y tras un par de tomografías y una angiografía que le hicieron en Quito le confirmaron que tenía un aneurisma y que había sangrado. Los médicos le hablaron de la embolización.
Este procedimiento ahora es menos invasivo y tiene mejores resultados que las cirugías anteriores, que obligaban a abrir el cerebro para colocar una grapa en el aneurisma.
Reinaldo Páez es uno de los neurorradiólogos que realiza este nuevo procedimiento en el Hospital Vozandes y la Clínica Pichincha. Guiado por la imagen que ofrece una máquina de rayos X (angiógrafo), este especialista ingresa en la arterial femoral, ubicada en la zona inguinal, y viaja hasta el cerebro.
Utiliza un microcatéter y dentro de este viaja otro más delgado que lleva los dispositivos que sellarán el aneurisma o que reforzarán la arteria para reconducir el flujo de sangre (ver gráfico).
Un 95% de aneurismas, según Páez, es congénito. Solo el 5% son por hipertensión, arteriosclerosis, infección o traumas.
La ruptura de un aneurisma en principio no es mortal, pero el paciente no sobrevive a un resangrado. La mortalidad está entre el 40 y el 50%.
De ahí la importancia de tapar la arteria en un plazo máximo de un mes. Cerca del 3% de las personas que acuden a emergencias con un cuadro de cefalea de gran intensidad presentan sangrado y requieren de atención médica especializada.
La neurointervención que practica Páez tiene sus riesgos. Este especialista siempre advierte a los pacientes de las posibles complicaciones.
“Entre un 7 y 8% de pacientes se puede quedar paralítico o con alguna otra discapacidad”, dice Páez a sus pacientes.
Pero la mayoría corre el riesgo. Martha Violeta llegó a la consulta del doctor Páez gracias al convenio que tiene el IESS con los hospitales privados donde él trabaja. Su cirugía está planificada para la segunda quincena de este mes. Antes de sellar o tapar el aneurisma se realiza una primera inmersión para ver cómo están las arterias.
El paciente solamente recibe anestesia local durante este procedimiento que toma poco más de una hora. Si el aneurisma mide pocos milímetros de diámetro se decide usar los coils o espirales de platino para rellenarlo, pero si es más grande se opta por usar el ‘stent silk’.
Páez explica que este pequeño dispositivo, que es como una rejilla metálica, apenas lleva unos cuatro años en el mercado y que su precio todavía es muy alto, más de USD 20 000.
En Ecuador hasta ahora solo se ha colocado un ‘stent silk’ a una paciente. Se trata de Dolores Villarroel Vásquez, quien también fue transferida del IESS y esta entidad corrió con los gastos. Esta mujer de 60 años, domiciliada en Ibarra fue operada en octubre del año pasado. Su caso era especial porque hace ocho años le practicaron una cirugía invasiva después de que sufriera un derrame cerebral. Pero los dolores de cabeza y los desmayos volvieron. Tras practicarle exámenes, se confirmó que había un nuevo aneurisma, con el riesgo de ruptura.
El ‘stent silk’ tiene la función de reforzar las paredes de la arteria y reconducir el flujo de la sangre para reducir la presión en el aneurisma, pero su uso en el país no está masificado por su alto costo. Las alternativas son el espiral o coils que cuesta menos de USD 3 000. Ambos aparatos, una vez colocados en las arterias, tienen un duración de por vida.
Tomar en cuenta
Los aneurismas cerebrales se producen en personas de toda edad. Pero son más frecuentes en las de 35 a 60 años.
Entre el 1 y 2% de la población presentará un aneurisma cerebral en el transcurso de su vida. La mayoría ignora que padece esta lesión, porque no provocan síntomas hasta que se produce una hemorragia.