La OMS recomienda consumir entre el 20 y 35% de grasas al día. Foto: Flickr/ United Soybean Board.
Aunque lo ideal sería limitar el consumo de frituras o ingerirlas solo una vez a la semana, la nutricionista Daniela Parreño sugiere utilizar aceites refinados para llevar a cabo esa acción.
En esa lista están los de palma, pero también de soya, canola y semillas (como el girasol). Recomienda el de oliva siempre que esté refinado; es decir, que no sea extra virgen, ni virgen. Al aceite de oliva sugerido se distingue por su color: un poco más claro si se compara con el extra virgen. También varía el precio, pues es más económico.
Después de una última revisión, la OMS recomendó consumir entre el 20 y 35% de grasas total al día, de las que entre el 6 y 11% deben ser poliinsaturadas (con 2,5 y 9% de Omega 6, y 0,5 y 2% de Omega 3); entre el 15 y 20% monoinsaturadas y menos del 10% de grasas saturadas.
La recomendación de la especialista se basa en que los aceites refinados son capaces de soportar una temperatura de hasta 180 °C, sin perder sus características, lo que no ocurre con aceites vírgenes o extra vírgenes.
El punto de humeo de los aceites se define por la temperatura que hace que el aceite empiece a ‘humear’ y la regla general es: “entre más refinado sea un aceite, mayor es su punto de humeo”. Eso, precisamente, produce vapores tóxicos y radicales libres, lo que se consumiría si se opta por los extra vírgenes. También habrá afectación si deja quemar el aceite –cualquiera que sea- y lo rehúsa. Lo ideal es desecharlo y reemplazarlo por un nuevo.
Los aceites refinados tiene un punto de humeo mayor, por lo tanto, sus cualidades se mantienen estables durante la cocción, característica que les permite ser más saludables , explica Parreño. Aclara que ningún aceite refinado (ácidos grasos saturados) es bueno para la salud y -peor aún- las grasas trans, presentes en la mantequilla, manteca o margarina. De ahí la recomendación de evitar las frituras, pues entre las enfermedades más comunes por su consumo están: el sobrepeso, la obesidad o los triglicéridos altos.
Por sus componentes, los aceites extra vírgenes, en cambio, se deterioran antes de llegar a los 180°C, por lo tanto, pueden modificar el sabor de los alimentos y causar un daño mayor a la salud.
A esos aceites se recomienda ingerirlos en su forma natural (cruda), incorporándolos a las ensaladas o al arroz. Su consumo es esencial en la dieta diaria por su contenido de ácidos grasos monoinsaturados, sobre todo de Omega 3, que ayuda a elevar el colesterol bueno y a reducir el malo, y a disminuir el riesgo cardiovascular.
Las grasas ‘buenas’ también están presentes en los frutos secos, el aguacate y el pescado. Por ninguna razón pueden quedar fuera de la dieta. Según Parreño, las grasas son una importante fuente de energía y cumplen funciones como la formación de membranas celulares.