Una sonda espacial china hizo historia al alunizar en la ‘cara oculta de la Luna’. La física explica por qué el satélite muestra siempre la misma cara hacia la Tierra. Foto: Pixabay.
La sonda espacial china Chang’e-4 hizo historia ayer (3 de enero del 2019) al alunizar en la llamada ‘cara oculta de la Luna’. El país asiático se convirtió de esta manera en el primero del mundo en iniciar una exploración en esta parte del satélite que no es visible desde la Tierra.
Este particular alunizaje hizo que entre muchos surja una pregunta: ¿por qué solo vemos una parte de la superficie de la Luna? La revista Discover sostiene que este particular fenómeno es cuestión de física.
El medio explica que el hecho de que la Luna muestre siempre la misma ‘cara’ hacia la Tierra no quiere decir que el satélite esté atorado. “Simplemente que el tiempo que le toma a la Luna completar una revolución sobre su eje es el mismo que le toma circular nuestro planeta“, es decir, 27,32 días y es por esto que el mismo hemisferio de la Luna siempre apunta hacia la Tierra.
Pilar Montañés, doctora en astrofísica e investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias, escribió en el diario El País de España que esta rotación sincronizada “es efecto de lo que llamamos acoplamiento de marea entre planeta y satélite”.
Según la científica, “cuando un satélite tiene movimiento de traslación alrededor de otro cuerpo de masa mayor acaba produciéndose un reajuste, tanto en la órbita como en la distribución de masas de ambos cuerpos”. Esto es precisamente lo que sucede entre la Tierra y la Luna. Además, su órbita es aproximadamente circular.
Como consecuencia de esto, el cuerpo más pequeño sufre un reajuste que se asemeja al movimiento del más grande y así se da la sincronía. Pero esto no pasa entre todos los planetas del Sistema Solar y sus satélites. Un ejemplo de esto es Plutón y su satélite Caronte que tienen masas similares. Montañés explica que entre ellos “se alcanza rápidamente un acoplamiento de marea recíproco en el que además la rotación dura lo mismo para los dos cuerpos”.
Primera instantánea de la cara oculta de la luna captada por la sonda Chang’e 4, que ha supuesto un nuevo hito para China dentro de su programa espacial. Foto: EFE
En la Luna, escribe Motnañés, “el efecto del acoplamiento de marea ha ocasionado que su forma esférica se achate ligeramente. Esta forma está abultada en las direcciones del eje imaginario entre la Luna y la Tierra y la desvía, de forma casi imperceptible para nosotros, de la forma esférica”.
Otra consecuencia de esta enlongación es “una redistribución de materiales que favorece el que una de las caras acumule el material más denso y permanezca orientada por atracción gravitacional hacia el cuerpo más masivo”, es decir, la Tierra.
Pero el acoplamiento también tiene impacto en la Tierra. Uno de los efectos es que la rotación se ha ido frenando “desde la formación del sistema Tierra-Luna”, explica Montañés quien afirma que inicialmente un día terrestre duraba aproximadamente cinco horas.
Además, esta relación entre la Tierra y la Luna hace que se produzca el desplazamiento de los océanos, lo que da lugar a las mareas.
La experta afirma que el acoplamiento es un efecto que continúa en la actualidad. “La Luna se aleja de la Tierra a una velocidad de unos tres centímetros y medio al año y tiende a un acoplamiento de marea recíproco, como Plutón y Caronte”.
Si esto llegara a suceder sería en un futuro muy lejano y la consecuencia será “una órbita geoestacionaria en la que la Luna solo será visible desde un hemisferio del planeta y un día en la Tierra será tan largo como el tiempo que tarde la Luna en dar una vuelta completa a su alrededor”, concluye.