Dos proyectos rescatan la alimentación ancestral en Chimborazo

En las comunidades las mujeres aprenden el valor nutricional de los alimentos. Foto: cortesía.

En las comunidades las mujeres aprenden el valor nutricional de los alimentos. Foto: cortesía.

En las comunidades las mujeres aprenden el valor nutricional de los alimentos. Foto: cortesía.

Poner a las habas, mellocos y otros vegetales de nuevo en los platos de las comunidades indígenas de Chimborazo es el objetivo de un nuevo proyecto de capacitación que emprende el Gobierno Provincial.

La campaña, que se inició la semana pasada, consiste en una visita técnica a las cocinas comunitarias y chacras, y en un taller en el que participan hombres y mujeres. Los técnicos explican la importancia de los alimentos ancestrales, los valores nutricionales y también comparten nuevas formas de prepararlos.

La meta es erradicar el consumo excesivo de harinas, fideos, productos enlatados y carbohidratos como arroz y papas. Chimborazo y Bolívar son las provincias con mayor índice de desnutrición infantil debido a la mala alimentación.

La campaña se inició en la comunidad La Merced situada en Tixán, a 30 minutos de Alausí. María Pagalo, técnica de la Unidad de Desarrollo Rural y técnicos del Proyecto de Inversiones de Desarrollo Rural del Gobierno Provincial, explican con detalle las complicaciones de la desnutrición infantil y cómo evitarla.

“En las comunidades hay alimentos con poderes nutricionales enormes, solo que no se consumen adecuadamente. La mayor parte se saca a la venta en las ciudades, y con el dinero la gente compra alimentos procesados en las tiendas”, explica Pagalo.

El tashno, por ejemplo, es una preparación hecha con habas tostadas en tiesto, rica en nutrientes y en peligro de desaparecer porque ya no se prepara con frecuencia en las cocinas familiares.

Las habas secas se tuestan, se muelen y luego se vuelven a cocinar hasta obtener una especie de colada que se endulza con panela. La preparación es originaria de la zona andina.

“No preparamos este plato con frecuencia porque hemos perdido la costumbre, pero los abuelos sí lo tenían siempre en la cocina”, comenta María Guamán, una comunera.

Uno de los momentos más emotivos del taller fue cuando las mujeres recordaron recetas antiguas que se dejaron de preparar con el tiempo, como los chiwiles, chiwiltes, chugllotandas, entre otras.

“La idea es recuperar los alimentos ancestrales que son saludables y que la gente reconozca cuáles son los alimentos nutritivos que tienen a su disposición”, dice Pagalo.

La campaña continuará en otras comunidades de la provincia. Los técnicos esperan reducir radicalmente la desnutrición infantil en el 2019.

El Municipio de Riobamba emprende una campaña similar en las comunidades de las 11 parroquias y barrios rurales de la urbe. Según un estudio, allí están los grupos vulnerables.

El proyecto se denomina Educación Alimentaria y lo lideran los técnicos de la Dirección de Desarrollo Humano y Social. Consiste en capacitar a los padres de familia y docentes sobre la comida ancestral.

La campaña se inició en enero del 2018, y hasta el momento más de 1 000 niños, 400 padres de familia y 100 docentes se han capacitado. Los técnicos les instruyeron sobre el uso de harinas fortificadas hechas a base de granos secos, productos nativos como el melloco, la oca y la mashua, y el valor nutricional de los platos típicos.

En los talleres, los asistentes aprenden y degustan recetas típicas y modernas, pero acopladas a las necesidades alimenticias de los niños como llapingachos, tortilla de huevo con vegetales, sopa de quinua con carne y fréjol, hamburguesas de avena y arroz con ensalada de chocho y acelga.

“El propósito es que los padres de familia descubran nuevas estrategias para que los niños se incentiven con la comida y mejoren su estilo de vida”, dice Valeria Valdiviezo

El proyecto concluye en diciembre. El Municipio prevé que para el cierre de la iniciativa unas 5 500 personas se beneficien de la campaña.

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