En el Hospital Verdi Cevallos, de Portoviejo, sigue el protocolo para zika. Foto: Wladimir Torres / EL COMERCIO
Tallas por edad y sexo. Los diminutos números están marcados en las cintas métricas que usan en la sala de parto del Hospital Verdi Cevallos, ubicado en Portoviejo.
Con estas tirillas se mide la cabeza de los recién nacidos, un control cotidiano que en este año se ha vuelto más exhaustivo, en especial en los hijos de madres con sospecha de zika durante el embarazo.
Manabí concentra el 85% de los casos del virus en el país. Y reporta 168 de las 214 mujeres embarazadas confirmadas con este mal, hasta el 12 de octubre, según el Ministerio de Salud. Las autoridades provinciales de Salud además reportan otros 102 casos sospechosos de la enfermedad en gestantes.
La alta incidencia y la alerta generada en Brasil y Estados Unidos por el aumento de microcefalia, presuntamente asociada a zika, incrementan la vigilancia en esta provincia.
La microcefalia es un trastorno neurológico caracterizado por la reducción de la cabeza y otras complicaciones en el desarrollo psicomotor del niño. Además, puede causar otras malformaciones, ceguera, hasta problemas auditivos.
Melba Morales, directora zonal de Vigilancia de la Salud Pública, explica que 55 niños de madres con zika ya nacieron en Manabí (en el país han nacido 70). Todos resultaron negativos a zika y no presentan rasgos de microcefalia. Sin embargo, por prevención, permanecerán bajo controles durante 18 meses.
“El seguimiento se hace durante un año y medio, porque pudiera ser que en el transcurso de ese tiempo se presente alguna alteración neurológica”, indica Morales.
51 neonatos son atendidos en Portoviejo, cantón que concentra 221 casos de zika por cada 100 000 habitantes. Manta reporta cuatro bebés en controles; ahí se registran 336 casos del virus por cada 100 000.
En el Hospital Verdi Cevallos Balda, en la capital manabita, han nacido 2 390 niños entre enero y septiembre de este año. El neonatólogo Julio Insuasti explica que los chequeos son mucho más minuciosos en los recién nacidos de madres con sospecha de zika.
“Aunque los resultados son negativos al virus, estos bebés tienen un seguimiento preventivo, porque hay casos reportados de deterioro neurológico entre los 3 y 6 meses de edad, o más”, comenta el especialista.
Ese control es parte de un protocolo establecido por el Ministerio de Salud. Karen Arteaga, directora médica encargada del Verdi Cevallos, indica que empiezan con la detección temprana, en las consultas ginecológicas de los centros y los subcentros de salud.
“A las embarazadas se les pregunta si han tenido rash cutáneo (sarpullido). Con ese síntoma trasladamos todos los controles a este hospital”.
El monitoreo de estas pacientes incluye ecografías, pruebas de zika y exámenes Torch, para descartar toxoplasmosis, rubéola y citomegalovirus, enfermedades relacionadas con el posible desarrollo de microcefalia.
Durante el parto, la ginecóloga Carmen Campuzano se encarga de tomar muestras de sangre del niño, de la madre, de cordón y de la placenta. Todo esto servirá para las pruebas de detección del zika, que se realizan en el Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (Inspi), en Guayaquil.
Los primeros chequeos pediátricos, como la medida de la cabeza del bebé, los realiza la doctora Lucy Escobar. El tamaño del cráneo dependerá del sexo y el tiempo de nacimiento, pero en promedio los especialistas afirman que debe ser superior a 32,5 centímetros.
Según el protocolo, pese a que el perímetro cefálico sea normal, los bebés con sospecha de zika deben pasar por pruebas neurológicas para detectar posibles trastornos de marcha y del desarrollo psicomotor, de acuerdo a cada edad.
Aunque esta primera fase no levante sospechas, la directora Arteaga recalca que la revisión de los bebés continúa. “Si en los controles regulares, en los centros de salud, ven que en algún momento la curva del perímetro cefálico se detiene, el niño será derivado nuevamente a este hospital”. Las consultas neurológicas, por ejemplo, se dan cada tres o cuatro meses.
Hace un mes, Portoviejo reportó un niño con microcefalia y otras secuelas a causa de un retardo intrauterino. La Dirección Zonal de Vigilancia de la Salud Pública descartó un diagnóstico por zika.
Eduardo Silva, epidemiólogo de Verdi Cevallos, puntualiza que aún no se ha comprobado una relación entre el virus y la microcefalia en el país. Para analizarlo, el hospital planteó desarrollar un estudio que está a la espera de aprobación.
A diferencia de otros países, el epidemiólogo explica que el virus tiene un comportamiento particular en Ecuador. “Hay variantes específicas en los síntomas, como el exantema, que empieza generalmente en el cuello y se va diseminando por el cuerpo; la fiebre no supera los 38,5 °C y hay dolores articulares y musculares”.