Vladimir Serrano Pérez en uno de los pasillos de su casa, ubicada en el norte de Quito. En este espacio también realiza sus consultas enfocadas en la psicológica analítica. Foto: Julio Estrella/ El Comercio.
Hace unos meses Claas Relotius era el periodista estrella del Der Spiegel, uno de los semanarios más importantes de Alemania. Todo cambió el día en que Juan Moreno, uno de sus compañeros de trabajo, descubrió que la historia que contaba en una crónica que los dos habían firmado era mentira. Desde ese momento, todo fue una caída en picada en la vida de Relotius, porque se descubrió que había mentido en decenas de publicaciones. En esta entrevista, Vladimir Serrano, un psicólogo junguiano, reflexiona sobre esta manía que tiene la sociedad contemporánea por la mentira.
¿Por qué se miente, hay una explicación científica?
Cuando el periodista Claas Relotuis confesó lo que realmente había pasado en sus relatos publicados en el Der Spiegel explicó que tuvo que seguir mintiendo porque si no tenía esas historias fabulosas su imagen podía haber caído. Entonces, una de las razones por las que mentimos es porque no queremos perder el aprecio de los demás ni el lugar alcanzado. Muchas veces mentimos por necesidad y otras también por patología, en ese caso estamos frente a un caso de mitomanía.
¿Qué piensa si le digo que la gente miente para hacer su vida más atractiva?
Hay una cuestión muy interesante. Según un filósofo francés todos tenemos la llamada facultad fabulativa porque contamos a través de la fantasía y la imaginación. Los pueblos tienen un imaginario que se expresa a través de las leyendas, los mitos o los cuentos de hadas. Esa facultad también se genera durante el sueño Rem. Lo que yo diría es que naturalmente siempre estamos creando historias. La palabra mentira viene del latín y quiere decir nada menos que cosas forjadas por la mente, entonces nos volvemos mentirosos cuando el ser humano es plenamente consciente y diferenciador entre una y otra cosa. Un niño muy difícilmente miente, salvo que sus problemas de supervivencia lo hayan obligado a hacerlo, si no él se va a mantener siempre con la verdad, porque es un principio básico de su inocencia.
¿Hasta qué punto las mentiras son necesarias para la existencia?
Muchas veces se miente para salvar a alguien, para evitarle un sufrimiento o también para salvarse uno mismo. Pero también existe una mentira malvada. La que está forjada para hacer daño, para ocultar la realidad o conseguir un propósito, bien sea poder, dinero o sexo. Recuerde que Joseph Goebbels, el ministro de propaganda del Tercer Reich, dijo: miente mil veces y esa mentira se convertirá en una verdad. Ahí tenemos a la mentira como un elemento de manipulación del ser humano.
¿Cree que la sociedad ha perdido su capacidad de discernir entre una verdad y una mentira?
Creo que estamos al borde pero todavía no hemos perdido esa capacidad, bueno al menos eso parecería.
San Agustín distinguía ocho tipos de mentiras y Santo Tomás tres, ¿cree que hay un tipo de mentira que le calce a la sociedad del siglo XXI?
La mentira que le calza a nuestra sociedad es la falsificación de lo que se vende. En este caso no me refiero únicamente a la venta de cosas fácticas o materiales sino a lo que se vende como ideas políticas. Igualmente a lo que se está expendiendo como economía y a veces como religión. Esa para mí es la mentira que caracteriza al siglo XXI, siempre con sus búsquedas de la utilidad y de la ganancia. Una especie de homenaje a lo que Jesús llamó el dios Mammón, o el dios del dinero.
¿Cree que ahora se miente más que hace 100 años?
Probablemente sí se miente más que hace 100 años, en la medida en que en este siglo ha crecido lo que en castellano se llama picardía; así como la necesidad de supervivencia de las personas.
¿Entre más poder se tiene es más fácil que una mentira sea creíble?
Claro, y en ese sentido tienen una importancia enorme los medios de comunicación y las redes sociales. Hay que recordar lo que decía Marshall McLuhan en ‘La galaxia Gutenberg’, sobre que el medio hace el mensaje. Entonces muchas veces lo que un medio dice se convierte en una realidad, que es lo que pasó con el Der Spiegel y las crónicas que escribía Relotius.
¿Hasta dónde una persona tiene que creerse una mentira para convencer a los otros de que lo que está diciendo es la verdad?
Si se cree sus propias mentiras, la persona se ha vuelto mitómana y hará de eso algo habitual en su vida. La mentira se convierte en una patología cuando una persona cree en sus propias mentiras. Es decir cree en la fantasía que convierte en realidad. Como que de alguna manera hay una posesión de lo inconsciente al nivel consciente y una actuación de esta famosa facultad fabuladora de la que hablábamos.
¿El caso del periodista alemán es una prueba de que ahora se puede mentir más fácil pero también de que se puede descubrir esa mentira con facilidad?
Detrás del caso del periodista alemán hubo una investigación exhaustiva por parte de su compañero de trabajo para demostrar que las personas que aparecen en las crónicas nunca fueron entrevistadas. Creo que ahora es más fácil evidenciar tanta corrupción y por eso los descubrimientos de las mentiras son mucho mayores que en el pasado. Antes se podían ocultar crímenes que difícilmente alguien que no fuera Sherlock Holmes, el detective de las historias del escritor Arthur Conan Doyle, las iba a evidenciar.
¿Las redes sociales han jugado algún papel?
Las redes sociales pueden ser fuente de mentiras y de verdades. Recuerde esa interesante copla de Ramón de Valle-Inclán que dice: en la vida nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mire. Por ende, cuando se escucha un discurso político o cuando se lee una crónica de prensa estaría bien tener un poco de suspicacia para determinar lo que es verdad y lo que es mentira.
¿En medio de tantas mentiras creemos solo lo que nos conviene?
Muchas veces sí, pero creo que tenemos que asumir con madurez las verdades amargas. Es preferible hacerlo que vivir en un mundo falso o en una burbuja de cristal.
¿La sociedad ecuatoriana es mitómana?
Sí, si pensamos que somos creadores de mitos. Pero en general no creería que la sociedad ecuatoriana llegue a ese extremo. Hay que entender que el mito es lo que se considera una verdad del alma y la mitomanía, una patología del alma. Cuando una persona no distingue entre la realidad y la fantasía se puede entrar en un estado psicótico.
¿Por qué en la cultura andina no mentir es uno de los tres pilares de la vida en comunidad?
En el caso de los kichwas porque ellos tenían una cultura patriarcal. La mentira es censurada en la medida en que aparece el patriarcado. Recuerde que está censurada en los 10 mandamientos y en la legislación griega y romana. En algunas culturas el costo por mentir era muy alto, a las personas mentirosas hasta les cortaban la lengua.
¿Un gran mentiroso al que deberíamos recordar?
Al barón de Münchhausen, él fue el protagonista de varias historias muy fantasiosas, como aquella que salió de una ciénaga tirando de su coleta.
¿Uno para olvidar?
A muchos políticos, uno de ellos es parte de nuestra historia cercana, así que mejor no mencionarlo. De la historia pasada, Veintemilla fue un gran mentiroso. Tenía con qué mentir: cacao y dinero.
¿Qué pasaría si, como sucede en la película ‘Mentiroso, mentiroso’, la gente no pudiera mentir durante 24 horas?
La gente se ocultaría durante 48 horas y luego saldría a decir las mentiras que no pudo. Lo importante de todas estas reflexiones es que la mentira debe ser usada como último recurso para salvar una vida y jamás para hacer daño.