Ángel Emilio Hidalgo (Izq.) y Wilman Ordóñez firman a cuatro manos el libro que plantea un recorrido por la historia del rodeo en Guayas. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO.
Los orígenes del rodeo montuvio se remontan a las fiestas de fandango de la época colonial que comienzan a unir expresiones culturales y simbólicas del mestizaje, según apunta el investigador y folclorista Wilman Ordóñez Iturralde.
El historiador Ángel Emilio Hidalgo reconoce una reelaboración de las corridas de toros españolas, pero con unos añadidos propios que lo convierten en un producto socio cultural identitario del campesino del litoral ecuatoriano.
Hidalgo y Ordóñez firman a cuatro manos el libro ‘Jinete, lazo y monta. Historia del rodeo montuvio en Guayas’, que será presentado el próximo miércoles 28 de agosto del 2019 en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo del Guayas.
Se trata de un doble abordaje histórico y etnográfico sobre una de las manifestaciones culturales que “afirman la totalidad de las representaciones” del campesino del litoral.
“Las expresiones festivas del pueblo montuvio están todas concatenadas. Se manifiestan en esa gran puesta en escena que es el rodeo, donde se encuentra también el contrapunto o el amorfino, que inicialmente fue canto y baile, y que se mantiene como una expresión versada, manifestación de la oralidad”, apunta Hidalgo.
El libro parte de un proyecto de investigación, que patrocinó en el 2014 la Regional 5 del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (Inpc), un programa que tuvo a Hidalgo como consultor y cuyo objetivo era trazar un diagnóstico sobre la situación del rodeo, como un fenómeno sociocultural en Guayas y Los Ríos. El diagnóstico era un paso previo a la preparación del expediente de la declaratoria de esta manifestación popular como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, una declaratoria que está aún en trámite.
El libro conjuga el desarrollo histórico con un análisis etnográfico y es publicado por la Editorial de la Casa de la Cultura del Guayas, dirigida por Fernando Naranjo.
Entre los hitos históricos está la instauración de la fiesta montuvia en Guayaquil el 12 de octubre 1926 –que con los años reemplazó al Día de la Raza-, una festividad organizada por Rodrigo Chávez González, impulsor de la investigación y el rescate del folclor regional litoralense, con el apoyo de la Asociación de Ganaderos del Litoral. Rodrigo de Triana, el seudónimo con el que firmaba sus columnas de prensa, trajo a Guayaquil jinetes que presentaron en el American Park sus números de rodeo, su música, tomaron parte de un certamen de contrapuntos de amorfinos y representaciones de luchas con machete limpio.
“Los jinetes recorrieron las principales calles, Guayaquil se asoma por primera vez hacia lo montuvio asumiendo esa identidad como propia”, destaca el historiador.
El volumen se pudo titular también ‘lazo, monta y pial’ las tres principales suertes o números que los jinetes practican en los ‘cosos’, los ruedos de madera y caña armados como coliseos improvisados para presenciar los rodeos.
Los ‘chalanes’, como se llaman los jinetes que se dedican al rodeo, demuestran sus habilidades y destrezas en el uso del lazo, en el manejo de los caballos y de otros animales que forman parte de su entorno y trabajo cotidiano, “símbolos de su apego a la tierra”.
“El rodeo es la expresión de una sociabilidad ligada al amor que tienen los montuvios a sus animales, sobre todo hacia los equinos. Y también está implícito este proceso de afirmación del sentido de la identidad a partir de una expresión cultural”, agrega Hidalgo.
La monta en cepo se realiza sobre el caballo cerrero “a pelo o a mecha pelada”. El lazo consiste en enlazar a los animales sueltos –mejor si se enlazan pata y cuello de un solo tiro- y el pial, se enlazan lanzando la cuerda con el pie, explican los autores. El libro recoge una decena de estas suertes o números y un glosario de términos usados en estas lides.
“Las suertes son también una muestra de valor, arrojo y coraje. El montuvio siempre se ha considerado valiente ante cualquier circunstancia”, dice Ordóñez, quien se autodefine como montuvio porteño.
El rodeo es también producto de la ‘hibridez’ cultural y simbólica de raíces europeas, indígenas costeñas y afrodescendientes, que determinan la etnicidad regional del sujeto montuvio, agrega.
Este producto híbrido aparece con un goce y una representación distinta a la española, no obstante tiene origen español, apunta Ordóñez. “Diría mucho que más atrás tiene raíz árabe, pues los árabes conquistaron España e influencian elementos de representación como el traje regional montuvio, de raíz árabe, andaluz, sevillano, vasco”.