La Laguna Azul, la joya de los kichwas Alukus

Esta caída de agua une al río Waysa Yaku con el Jatunyaku, el más torrentoso

El encuentro de los ríos Jatunyaku y Waysa Yaku forma un complejo de cuatro piscinas naturales y dos cascadas que es administrado por la comunidad kichwa de Alukus. Este lugar se encuentra a 21 km de Tena, por la vía Pano-Tálag.
Según Sergio Shiguango Cerda, quien lidera la comunidad de Alukus como presidente, ese sitio antes era conocido por los pobladores como Amorongachi. “Cuando la vía carrozable llegó aquí en 1986, uno de los primeros visitantes bautizó al lugar como Laguna Azul. A partir de allí se inició otra historia que nos llevó incluso a organizarnos en comunidad”, admite.
El lugar es administrado por la comunidad kichwa de Alukus, llamada así en referencia a una especie de hormiga de la zona, cuya picadura causa una prominente hinchazón.
En 1990, la comunidad realizó las primeras implementaciones al complejo natural, como casas de descanso y miradores. En el 2001 conformaron la organización de turismo comunitario Sumak Waysa Yaku de Alukus. En la actualidad, la comunidad está integrada por más de 70 personas, 37 de las cuales están a cargo del complejo recreacional.
“Este es nuestro sitio de trabajo. No vivimos permanente aquí, ya que al hacerlo dañaríamos este maravilloso entorno”, añade Shiguango. Él aclara que solo tres familias viven permanentemente allí a manera de guardianes; el resto regresa a las poblaciones cercanas al complejo, como son Tena, Tálag o Archidona, lugares donde residen.
El complejo cuenta con cuatro piscinas naturales. La más grande tiene una profundidad de 3,5 metros. Hay dos que tienen 2,5 m de profundidad y la restante es de 3 m de calado. Existen varios senderos. Uno de ellos conduce hacia la cascada Rimak Pacha, de 30 metros de altura.
Shiguango admite que no es una tarea fácil vigilar a sus visitantes, ya que hay quienes no miden los riesgos. “En el 2011, un policía de Quito murió ahogado luego de lanzarse por la cascada. A partir de entonces tratamos de evitar cualquier percance”, explicó. Ahora existe un grupo de personas encargadas de vigilar la seguridad de los turistas.
Entre semana, el lugar tiene poca afluencia de visitantes, un panorama que cambia en los fines de semana y feriados. “Llegamos a recibir un promedio de 600 personas los fines de semana. Los feriados, en cambio, el promedio es de mil visitantes por día”.
El ingreso tiene un costo de USD 2 para turistas nacionales, 1 para niños y personas de la tercera edad; mientras que para los turistas extranjeros, el costo es de 3.
Los platos típicos que se ofertan allí son maito de tilapia y de chontacuro y caldo de gallina criolla a un costo de USD 4,50 cada uno. El almuerzo, en cambio, cuesta 3,75.