Estudio sobre plantas medicinales ayuda a revitalizar el idioma kichwa

Marleen Haboud, de la PUCE (der.), presentó el texto en Chirihuasi (Ibarra) y agradeció a los kichwas por el apoyo. Foto: José Luis Rosales / El Comercio

La manzanilla desinflama los ojos y limpia la cara; la hierba mora es ideal para combatir hematomas y la sábila es un bálsamo para la hinchazón.
Los saberes de mamas y taitas sobre el uso de plantas medicinales están recogidos en el libro ‘Jambij Yuracuna Plantas que Curan’.
Se trata de una publicación, de 179 páginas, con información en kichwa y castellano sobre el poder curativo de 130 vegetales. El texto fue presentado el sábado último en la comunidad de Chirihuasi,en el suroriente de Ibarra (Imbabura).
La investigación igualmente abarcó a las parcialidades vecinas de El Abra y Cashaloma. Las tres pertenecen al Pueblo Kichwa Karanki.
El estudio es parte del Programa Oralidad Modernidad, que documenta la situación de las lenguas ancestrales en el país y promueve su revitalización. El proyecto lo lidera Marleen Haboud, profesora de la Escuela de Lingüística de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
Fueron tres años de recorridos por las localidades y entrevistas con los campesinos de la zona para recopilar la información. En esa tarea colaboraron Ernesto y Alfonso Farinango, nativos de Chirihuasi.
La investigadora aprovechó la formación universitaria de estos dos hermanos. Para ellos, fue un reto contribuir con su comunidad para recuperar los conocimientos ancestrales y aportar en la revitalización de su lengua materna. Eso son los dos objetivos planteados.
Todo empezó luego de un trabajo de campo de los estudiantes de la PUCE. Haboud recuerda que varios discípulos de la asignatura de Semántica visitaron Chirihuasi. Ahí recolectaron material para hacer un listado de palabras sobre cultivos, ambiente, artesanías, costumbres, entre otras.
Los jóvenes usaron el programa informático Lexique Pro, para sistematizar varias palabras, y añadieron fotos y videos con testimonios.
Ese fue el preámbulo para elaborar Jambij Yuracuna. Tras un acuerdo con la comunidad, se empezó el compendio de las hierbas con la ayuda del Lexique Pro, que es un software libre.
A la vez que iban documentando cada planta también reforzaban los conocimientos de la lengua, comenta Ernesto Farinango, ingeniero en sistemas de profesión.
Para el desarrollo del estudio, Ernesto y Alfonso trabajaron con un especialista en elaborar glosarios y léxicos y otro técnico en el uso del programa computarizado.
En el proyecto también colaboraron botánicos y diseñadores. Los estudiantes de la PUCE participaron como voluntarios para ayudar a codificar y almacenar los datos.
En cada página del libro hay información sobre el nombre de cada planta, propiedades, usos y fotografías. En el formato digital también se agregaron audios con la pronunciación en kichwa y videos con testimonios de los comuneros.
Uno de ellos es Virginia Farinango, quien asegura que la mayoría de estas especies crece en el campo y quebradas.
La mujer, de 63 años, que luce una blusa bordada y un anaco plisado impecables, cuenta que en las charlas con otras vecinas comparten los saberes sobre cada mata.
“Cada planta viene con todo el conocimiento ancestral y cultural. Eso nos hace ver la relación de las personas con nuestra cosmovisión”, señala Fernando Ortega, profesor de la Universidad San Francisco de Quito y coautor del libro.
Además, resalta que en estas comunidades se ha empezado a restablecer un diálogo entre adultos y niños, pero en el idioma ancestral.
El Programa Oralidad Modernidad desarrolla iniciativas similares en Pichincha y Cotopaxi. En esta última provincia utilizan más el kichwa, por lo que el proceso se desarrolla con niños y jóvenes.