Los talleres de pintura, manualidades y el cuidado del huerto son parte de las actividades recreativas que comparten a diario los adultos mayores en esta parcialidad de Ibarra. Foto: Francisco Espinoza/PARA EL COMERCIO
La falta de lluvias preocupa a José María Tabango. Pese a que este kichwa, de 74 años, está retirado de las tareas agrícolas, no las abandona del todo.
Ahora, ya no trabaja en su parcela. Pero al campesino, junto a otros compañeros de la tercera edad, le gusta coger la pala y mantener el huerto del Proyecto Adulto Mayor de la parroquia La Esperanza, situado al suroriente de Ibarra.
Tabango es una de las 65 personas, la mayoría kichwas karankis, que asisten a este centro de cuidado integral diurno, para mayores de 65 años.
Esta parroquia está poblada por indígenas y mestizos. Los adultos mayores de esta localidad comparten en el centro, en donde se habla en idiomas español y en kichwa.
El movimiento en este poblado se inicia cada lunes con el minuto cívico, en donde hombres y mujeres entonan orgullosos el Himno Nacional. Unas veces cantan en español y otras en kichwa.
El lunes último, María Avelina Sandoval, de 77 años, llevó el pabellón nacional. Es una ceremonia que se encarga a la persona del centro que ha tenido el mejor comportamiento durante la semana anterior.
Detrás de Sandoval, sus 64 compañeros marcharon en filas al interior de un salón. Este proyecto, que funciona en modernas instalaciones situadas en el centro poblado de la parroquia, abrió sus puertas hace seis años.
De lunes a viernes, los beneficiarios reciben talleres de pintura, baile, manualidades. También, cuentan con atención en fisioterapia, medicina y psicología, explica la coordinadora Consuelo Sisa.
Allí también tienen desayuno, refrigerio y almuerzo gratuitos. La comida es supervisada por una nutricionista del Subcentro de Salud de La Esperanza. Margarita Pupiales y Aurora Farinango son las encargadas de preparar la comida. Los platos son sencillos.
Pero, en fechas especiales como el Día de los Difuntos se preparan platillos especiales como la colada de haba y champús de dulce.
La dieta incluye además productos como maíz, fréjol, lechuga, col, acelga…que provienen de la huerta que José María Tabango cuida con esmero.
Por eso, para garantizar la nueva cosecha, el experimentado campesino prepara un antiguo ritual kichwa, que se realizará el próximo jueves. En la ceremonia participarán también sus compañeros.
En la llamada rogativa, se empleará una variedad de granos y un crucifijo. Las semillas se depositan en el suelo mientras se eleva una oración, que Tabango aprendió de sus padres y abuelos.
“La idea es que las lluvias lleguen para que desarrollen los granos plantados”.
Una de las terapias que ha generado interés es la de bordado de manteles. Esta artesanía ha dado fama a la parroquia La Esperanza y a la vecina comunidad de Zuleta.
“Antes no teníamos ni un artículo bordado. Pero ahora tendremos ocho manteles en los que está trabajando el grupo de mujeres”. Así explica Sisa.
La atención es gratuita para los internos. Los gastos los financia la Junta Parroquia La Esperanza y el Ministerio de Inclusión Económica y Social.
José Tabango está feliz por su nuevo hogar. Aquí, incluso, conoció a su esposa Rosa Ichao. Se casaron hace un año.