Stabroek Bazaar es una de las áreas de mercado ocupadas en el centro de Georgetown, capital de Guyana. Foto: UN-Habitat/Kirsten Milhahn
La economía de Guyana ya no crecerá este año a una tasa del 84% como lo había proyectado el Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta inicios de este año. Tras evaluar los daños causados por la pandemia del covid-19, la proyección se redujo al 53%, convirtiéndolo en el único país que crecerá a una tasa de dos dígitos en medio de una recesión mundial.
La Comisión Económica para América Latina (Cepal), que es menos optimista, estimó en abril pasado que el crecimiento de este pequeño país sudamericano será del 44%.
El hecho es que ni la pandemia ha podido frenar la economía de este territorio con menos de un millón de habitantes, cuyo nombre oficial es República Cooperativa de Guyana.
Es uno de los países más pobres de América Latina, pero este año será la excepción a la recesión global, gracias al inicio de la exportación de petróleo, como sucedió en Ecuador a inicios de la década de los 70.
Luego de que en el 2015 se descubrieran grandes yacimientos del petróleo en alta mar, Guyana comenzó a exportar el hidrocarburo en febrero pasado, previo a las elecciones legislativas que se llevaron a cabo el 2 de marzo. Los primeros resultados dieron una victoria al oficialismo, pero la oposición denunció fraude y la Organización de Estados Americanos (OEA) pidió un recuento de votos.
El martes de esta semana, la Corte Nacional de Guyana dio por válido el recuento de votos de las elecciones marzo y dictaminó que sirven para “declarar a un ganador”, aunque el oficialismo y la oposición se declararon vencedores.
Este conflicto también ha pasado por el Tribunal de Justicia del Caribe y por la Comunidad de Caribe (Caricom), la cual señaló que la Comisión Electoral de Guyana no debiera demorar en una declaración final de los resultados. En la misma línea se pronunció esta semana la Unión Europea, lo que llevó a la coalición oficialista a decir que está lista para mantener conversaciones y resolver la crisis política.
Esa coalición está liderada por el actual presidente de Guyana, David Granger, quien está en el poder desde el 2015. Él ganó las elecciones por un pequeño margen de 4 500 votos, que pusieron fin a los 23 años en el poder del Partido Progresista del Pueblo (PPP).
Una plataforma para extraer petróleo aguas afuera de Guyana, que empezó a exportar en febrero pasado. Foto: ExxonMobil
Esta agrupación tiene un corte socialista, como ha sido la tradición de los gobiernos desde que Guyana se independizó de Gran Bretaña en 1966.
El actual Presidente es un general retirado que lideró la oposición en la Asamblea Nacional de Guyana entre 2012 y 2015. Luego armó una coalición para llegar al poder en el año del descubrimiento de los yacimientos de petróleo.
Hasta hoy Guyana es un país con una economía basada en recursos naturales como azúcar, arroz, oro y bauxita, los cuales han tenido un pobre desempeño en los últimos años. Cerca del 90% de la población está en zonas rurales.
Por eso, el descubrimiento de petróleo marcará un cambio radical en la economía de Guyana, que ya empezó a recibir los primeros ingresos por “royalties” a fines de 2019.
Se estima que los yacimientos petroleros tienen más de 8 000 millones de barriles, lo que generaría USD 30 000 millones en ingresos para 2030 y cerca de USD 170 000 millones durante la vida útil del proyecto, señaló Holly K. Sonneland, miembro de Americas Society and Council of the Americas, una organización que aborda los problemas políticos, sociales y económicos de América Latina, el Caribe y Canadá.
La compañía ExxonMobil, que gestiona un yacimiento en aguas profundas junto a Hess Corporation, China CNOOC Ltd. y Tullow Oil, señaló que la producción inicial de petróleo es de 120 000 barriles por día (bpd), con una capacidad esperada de 750 000 bpd para 2025. Mientras que Rystad Energy, una firma de investigación independiente, estima que la producción podría alcanzar 1,2 millones de bpd para el final de la década; es decir, el doble de lo que produce Ecuador en la actualidad.
Debido a los gigantescos ingresos petroleros y la baja población, el ingreso per cápita de Guyana se duplicará a unos USD 10 000 por año, similar al que tenía Argentina y México en 2018, añadió Sonneland.
El Gobierno intenta lidiar con la bonanza petrolera y evitar la denominada ‘enfermedad holandesa’, como se denominó a los desajustes que registró Holanda luego de descubrir yacimientos de gas en el mar del norte, en 1959. El ingreso de grandes cantidades de divisas apreció la moneda holandesa, impulsó las importaciones y afectó la producción local, entre otras cosas.
Guyana quiere evitar esos problemas y está pensando en crear un fondo de estabilización, pero también ha ofrecido elevar el salario mínimo, mejorar el sistema de pensiones, los servicios de salud y la infraestructura, como también ocurrió en Ecuador en los 60.
Según el Barómetro 2019 de Transparencia Internacional, el gobierno de Guyana ha hecho avances para transparentar los contratos y las licitaciones púbicas. Pero sus autoridades han reconocido que este auge petrolero ha llegado cuando las instituciones son débiles y la corrupción y el narcotráfico siguen siendo asignaturas pendientes.