En retorno de las controversias del pasado tienen el propósito de remover la quietud del sentido común, del conformismo y, sobre todo, invita a dudar de las verdades instituidas. Se trata de romper los silencios, los olvidos.
La fuerza de las instituciones de poder radica en su capacidad para imponer relatos que les doten de visibilidad.
Como dice Andrés Guerrero en ‘La semántica de la dominación’, “con los fenómenos sociales ocurre que explicaciones elaboradas en ciertos momentos históricos, al calor de las polémicas, terminan a la larga acogidas como obvias”.
De ahí nace la urgencia de retomar los libros y los artículos que formaron parte (en un momento concreto) de la historia, de la problematización de formas concretas de vida; textos que contribuyeron a producir reflexión,
crítica y relato.
Este libro de Andrés Guerrero, ‘Una imagen ventrílocua: el discurso liberal de la «desgraciada raza indígena» a finales del siglo XIX’, forma parte de un campo de problematización, el biopolítico, que en el Ecuador lo inicia el mismo Guerrero, cuando publicó en 1990 ‘La semántica de la dominación’.
‘La semántica de la dominación’ marca una ruta para el trabajo reflexivo, muestra la diversidad de las prácticas sociales y de construcciones mentales, sus reglas y la racionalidad que se instituyen en la administración de la población dominada que impulsa la producción de la modernidad capitalista.
La hacienda es comprendida como una forma histórica que acompaña y condiciona el desarrollo del capitalismo, y que se disuelve en el curso de ese desarrollo.
Sin embargo, su vigencia en el plano subjetivo parece continuar.
‘Una imagen ventrílocua…’ fue publicado por primera vez en 1994, y contribuyó a develar el modo de construcción de la ciudadanía en el Ecuador poscolonial.
La noción de ciudadanía es un punto nodal en la problematización histórica antropológica para comprender las luchas sociales en la historia política, económica y subjetiva del país.
Nos describe cómo el trabajo político, jurídico y estatal en la construcción de la ciudadanía se sostiene en una
dominación étnica.
La dominación étnica requiere de la elaboración de representaciones “cognitivas” y políticas. La fabricación de una “imagen del indio” cumple esta tarea. Las representaciones, como señala Guerrero, contribuyen a producir un determinado orden, al generar una manera de valorar y de relacionarnos con el otro, esto es, de regular los vínculos entre sujetos sociales.
La representación del indígena como un “adulto-niño”, gestada en el liberalismo, se materializa en el conjunto de prácticas, discursos y hábitos cotidianos: la ventriloquía.
En este ensayo de Andrés Guerrero se describen la construcción, el vigor y los alcances de este dispositivo en la administración de la población, especialmente indígena.
Guerrero realiza un rastreo arqueológico en los decretos jurídicos estatales, en la prensa, en lo escrito por los historiadores, en los polemistas de ese momento.
Andrés Guerrero nos propone la noción de administración de poblaciones con la finalidad de mostrar las modalidades de la gestión biopolítica en nuestra historia.