Aunque muchos ven a los rockeros como seres inmortales que solamente se van por sus adicciones o porque se cansan de vivir, lo cierto es que están expuestos a las tragedias de la vida como cualquiera.
Eso nos recordó la muerte el viernes de Andy Rourke, exbajista de The Smiths, que falleció a los 59 años por un cáncer de páncreas.
Una enfermedad que se ha llevado a grandes músicos como George Harrison (2001) y Luis Alberto Spinetta (2012), ambos por cáncer de pulmón; Jon Brookes (baterista de The Charlatans UK, 2013, tumor cerebral), Joe Cocker (2014, pulmón), Gregg Allman (2017, hepático), Neil Peart (baterista de Rush, 2020, glioblastoma), David Roback (guitarrista de Mazzy Star, 2020, metastásico) y Eddie van Halen (2020, garganta).
El gran adiós de David Bowie
La vida del ‘camaleón del rock’ siempre estuvo ligada a sus inesperados cambios artísticos y su muerte no podría llegar de otra manera.
El 8 de enero de 2016, el día de su cumpleaños número 69, salió a la venta ‘Blackstar’, su vigesimoquinto álbum de estudio, en el que estuvo acompañado por un cuarteto de jazz, todo ello en medio de la alabanza generalizada de fanáticos y críticos.
Sin embargo, sus seguidores quedaron en shock solo dos días después al enterarse que uno de los artistas más influyentes de todos los tiempos murió de cáncer de hígado.
Una enfermedad que le fue diagnosticada 18 meses antes, pero que mantuvo en un hermetismo casi absoluto, pese a que le dio pistas al mundo en el video de Lazarus, el segundo sencillo que lanzó antes de la salida de su último disco.
Un histórico pionero
El nombre de Richard Wayne Penniman puede no decirle nada a muchos, pero cuando se menciona a Little Richard es hablar de las ligas mayores: los Beatles y los Rolling Stones estaban entre sus fervientes admiradores.
El rock, el soul, el funk, el blues y el hip hop han bebido de la energía que le imprimía en el escenario frente al piano y del poder de clásicos inmortales como Tutti Frutti y Good Golly, Miss Molly.
Ordenado ministro pentecostal en la década de 1960 y actor ocasional, murió en 2020 de cáncer óseo a los 87 años.
Rudo, crudo y sincero
Auténtico y sin adornos, con un sonido rugoso y sucio tanto en su voz como en su bajo que hacían honor a su imagen, Lemmy Kilmister era Motörhead por definición y una de los grandes del rock pesado.
Amante de los videojuegos y de la bebida, se consideraba anarquista y no tenía pelos en la lengua: “La gente no se vuelve mejor cuando muere; solo hablan de ellos como si lo fueran, ¡pero no es cierto! Todavía son idiotas, ¡son idiotas muertos!”, dijo en su autobiografía de 2002.
Una muerte que le llegó brutalmente a los 70 años en 2015, dos días después de que le diagnosticaran un cáncer de próstata terminal.
El espiritual líder del Hip-Hop
Aunque más ‘serio’ que los vivaces Mike D y Adam Horovitz, Adam ‘MCA’ Yauch era el guía emocional de Beastie Boys, desde sus inicios como adolescentes de la escena hardcore de Nueva York hasta indiscutidos reyes blancos del hip hop.
Rapero, bajista e incluso director de varios videos del grupo, Yauch era budista y dedicó buena parte de su vida a luchar por el movimiento de independencia tibetano.
Con la organización de los Tibetan Freedom Concertz realizó una serie de presentaciones con destacados artistas en diversas partes del mundo entre 1996 y 2012.
Diagnosticado con cáncer en la parótida en 2009, no pudo acudir en 2012 a la inducción de Beastie Boys al Salón de la Fama del Rock and Roll. El 4 de mayo de ese año murió a los 47 años.
La diva ‘desconocida’ de Latinoamérica
Pese a ser de los pocos grupos de la región con un ‘MTV Unplugged’ (cuando eso significaba mucho), y de ser catalogada como una de las 10 mejores bandas mexicanas de la historia, Santa Sabina siempre fue el secreto mejor guardado del rock en Latinoamérica.
Compuesto por grandes músicos (Poncho Figueroa, Patricio Iglesias, Alejandro Otaola), la cara, el alma y el corazón del grupo era Rita Guerrero, quien le agregó todo el histrionismo de su quehacer teatral y su particular voz soprano.
Gestora cultural y luchadora de causas sociales como la liderada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a los 46 años perdió la batalla contra el cáncer de mama en 2011.
Bonus Track: Luchar algunas veces es vencer
Como en toda batalla, algunos mueren, otros logran derrotar al enemigo.
Ese es el caso de David Mustaine, el líder de Megadeth, quien tras casi un año superó un cáncer de garganta en 2020 que lo obligó a “aprender a cantar de nuevo, lo cual fue raro porque es como aprender a hablar otra vez”.
El ex-Metallica siguió así los buenos pasos de Bruce Dickinson, cantante de Iron Maiden, diagnosticado en 2015 con cáncer de lengua (dijo haberlo contraído por tener mucho sexo oral), y de Rob Halford, vocalista de Judas Priest, que en 2021 venció un cáncer de próstata que le fue detectado durante la pandemia.
Draco Rosa también pudo sobreponerse a un linfoma no-Hodgkin, primero en 2011, y después con una recaída dos años después, lo que le supuso un doble trasplante de médula.
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