Desde 1967, la ONU y la Unesco declararon el 8 de septiembre como Día Internacional de la Alfabetización. Fue un llamado para promover el aprendizaje.
Desde palabras que a muchos podrían resultarles familiares como ‘mouse’, e-mail o Google; hasta términos más complejos como tarjeta drive, código embed o streaming. Su dominio y uso se han hecho fundamentales para entender el nuevo mundo; el de la era digital. Ya no basta saber cómo usar el lápiz para escribir, el ratón también se ha vuelto una herramienta básica de aprendizaje y desarrollo personal.
El año pasado se hizo una medición precisamente para saber el grado del analfabetismo digital en el país. Según el INEC, alcanzaba al 20% de la población. La mayoría era mujeres (50,4%) y la edad fue un factor predominante. Apenas el 18,9% de las personas de entre 55 y 64 años había usado una computadora. Frente al 67,8% de la población de entre 16 y 24 años que sí lo hizo.
Martha Isa, de 49 años, supo lo que era una cuenta de correo electrónico hace pocos días. En su trabajo, enviar oficios o mensajes a través de la Internet se convirtió en una competencia básica que ella no tenía.
Por eso buscó un curso en el que se sintiera a gusto, que le enseñarán con paciencia y a su ritmo. Se inscribió en el programa Bautizos Digitales, que impulsa el Municipio de Quito, y ahí se dio cuenta que había infinitas posibilidades.
Ahora la oferta pública y privada es variada para acceder a conocimientos digitales. Eso es un cambio positivo para Tracey Tokuhama, decana de la Facultad de Educación de la Universidad de las Américas, porque el analfabetismo ha estado ligado a la falta de acceso.
Otro factor que ha influido ha sido el avance vertiginoso de la tecnología. A las generaciones que no son digitales les ha costado adaptarse a los nuevos dispositivos. Les resultan extraños y también hay un factor individual, de actitud.
Se necesita de predisposición para aprender y Jorge Ruiz, de 74 años, es un ejemplo. El correo electrónico, las videoconferencias, los contenidos multimedia son parte de un bagaje intelectual que ha ido cultivando desde 1999.
Su hija Patricia ha sido una guía y motivación, pues el viaje que hizo al exterior empujó a Ruiz a buscar mecanismos para comunicarse con ella.
Esa voluntad, para Tokuhama, es clave y no se encuentra en todas las personas, incluso en los jóvenes de la era digital. “Los chicos de colegio a veces solo saben manejar Facebook. No tienen competencias para moverse en el nuevo mundo”.
Antes, las actividades que se hacían cara a cara ahora ya son digitales y no solo en el campo educativo sino también cotidiano. Con la computadora y la Internet se pagan los servicios básicos, se recibe una multa de tránsito o se accede a una cita médica en el Seguro Social.
Para Alicia Cunya, la Internet es una aliada para las tareas de sus hijos. Ella también acudió a los Bautizos Digitales y es una de los 140 estudiantes que aprendieron Word, Excel, Internet y redes sociales en el Centro de Desarrollo Comunitario de Tumbaco, este año.
Ahí, los servicios son gratuitos y abiertos a todo público, al igual que en los infocentros que ha instalado el Gobierno. Según el Ministerio de Telecomunicaciones, existen 489 de estos sitios, que cubren el 78% del total de cantones rurales del país. Según esa Cartera, han contribuido a la reducción del analfabetismo digital.
Su porcentaje, en el 2013, fue 9,2 puntos menos que el registrado por el INEC en el 2010. Pero estas estadísticas, para Alfredo Velazco, de Usuarios Digitales, aún no permiten tener un mapa completo del analfabetismo digital en el país.
Los datos se basan en el uso de herramientas y acceso y no hacen una distinción entre los niveles que existen: usuario básico, medio y avanzado.
La tendencia de alfabetización digital internacional, agrega Velazco, apunta a que los ciudadanos generen contenidos y puedan aplicarlos.