¿Marte o la Luna? El incierto futuro de la NASA en la era Trump

Por ahora, el mandatario republicano no ha realizado ningún anuncio ni dicho nada concreto.

Por ahora, el mandatario republicano no ha realizado ningún anuncio ni dicho nada concreto.

Por ahora, el mandatario republicano no ha realizado ningún anuncio ni dicho nada concreto con respecto a la NASA. Foto: Agencia AFP

¿Marte? ¿La Luna? Primero hay que reparar los agujeros en suelo estadounidense, respondió Donald Trump a un niño durante un acto de campaña. Antes, las misiones de la agencia espacial estadounidense eran grandiosas. "Pero ahora tenemos problemas mayores", agregó.

Más allá de aquel momento, el nuevo presidente de Estados Unidos apenas ha mencionado el tema, salvo para afirmar que ama la NASA y "todo lo que representa". Con declaraciones así, no es de extrañar que en el sector espacial estadounidense reine la confusión, especialmente en la sede de la NASA.

¿Qué quiere Trump? Y, sobre todo, ¿qué no quiere? Por ahora, el mandatario republicano no ha realizado ningún anuncio ni dicho nada concreto. Él y su equipo "tienen que averiguar primero cómo liderar un Gobierno", ironiza el experto espacial Keith Cowing en el Houston Chronicle.

"No creo que haya grandes planes para la NASA. Es lo último en lo que estarán pensando". Así las cosas, a los más de 17 000 empleados de la NASA no les queda otra que esperar y, mientras tanto, interpretar rumores e indicios.

En cualquier caso, los recortes anunciados por Trump no auguran nada nuevo para las carísimas misiones a largo plazo de la agencia espacial estadounidense. Sea como fuere, la primera pregunta que se plantean muchos observadores es: ¿Hacia dónde? 'Journey to Mars' (viaje a Marte) es desde hace algunos años el eslogan publicitario de la NASA, un caro objetivo apoyado por el ex presidente Barack Obama.

La agencia espacial estadounidense ya envió en el pasado robots y sondas al Planeta Rojo y el objetivo era que para 2030 llegaran también astronautas. Sin embargo, Trump podría dar prioridad a regresar a la Luna, un plan que apoyan muchos republicanos pero que Obama rechazó.

Los objetivos serían la búsqueda de recursos y la exploración de un espacio para un asentamiento humano. Algo que rechazó recientemente en The New York Times el ex científico jefe de la NASA John Grunsfeld: "La Luna es un lugar agradable para una visita, pero nadie querría vivir allí. Volar a Marte volvería a engrandecer a la NASA".

La agencia espacial estadounidense ya está desarrollando sistemas de lanzamiento y cápsulas de transporte para vuelos con personas. Así, para 2018 se prevén las primeras pruebas del Space Lauch System (SLS) y la cápsula Orión.

Pero el proyecto es extremadamente caro y ya Obama habló incluso de acabar con él. Tampoco está claro si finalmente se pondrá en marcha la misión tripulada para desviar un asteroide (ARM), prevista para 2020.

Mientras que seguramente sí continuará el desarrollo del casi terminado telescopio espacial James Webb, heredero más potente del Hubble, pues es un proyecto iniciado hace décadas. Trump se ha mostrado sobre todo abierto a la cooperación con socios privados, algo que la NASA ya viene haciendo, entre otros con las compañías SpaceX y Orbital Sciences.

Este año se prevé que sean empresas privadas quienes lleven a astronautas estadounidenses a la Estación Espacial Internacional (ISS), poniendo fin a la dependencia de Rusia de la que Trump acusó una vez a Obama vía Twitter.

Estados Unidos está comprometido con la ISS hasta 2024. Quienes están especialmente preocupados son los científicos de la NASA dedicados a la investigación climática. La agencia espacial gestiona una gigantesca red de satélites y estaciones que recoge y publica datos sobre todo tipo de fenómenos climáticos y temporales.

Estos datos suponen la base de las investigaciones de incontables científicos en todo el mundo, además de ser clave para el transporte marítimo, la agricultura, las predicciones meteorológicas y las alertas de catástrofes.

Sin embargo, los dos asesores de Trump en la materia, Robert Walker y Peter Navarro, se mostraron muy escépticos el año pasado. La NASA se concentra demasiado en "la observación políticamente correcta del medio ambiente", sostienen.

En lugar de eso, debería "centrarse en actividades en lo más profundo del universo, no en el trabajo en la Tierra, que pueden liderar mejor otras instituciones". Como por ejemplo la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).

Eso sí, no está claro si el presupuesto se mantendrá. En el terreno personal, Trump deberá tomar también algunas decisiones en la NASA. Poco antes de los comicios, su administrador -y primer afroamericano en el puesto-, Charles Bolden, anunció su dimisión.

Se rumorea que podría sucederle el republicano Jim Bridenstine, de Oklahoma. Pero el equipo de transición nombrado por Trump lleva sobre todo el sello del predecesor de Bolden, Michael Griffin, señalan expertos.

Tras las elecciones, Bolden intentó tranquilizar a sus colaboradores enviándoles una circular. Según les decía, tanto demócratas como republicanos respaldan el trabajo de la NASA. Pero ya antes había dicho que "cualquiera que afirme que sobrevivirá con seguridad a un traspaso de poder está loco".

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