El dólar se impuso en el mundo, hace 75 años

44 países aliados fueron los fundadores del Fondo Monetario Internacional (FMI), en julio de 1944.

44 países aliados fueron los fundadores del Fondo Monetario Internacional (FMI), en julio de 1944.

44 países aliados fueron los fundadores del Fondo Monetario Internacional (FMI), en julio de 1944.

El acuerdo de Bretton Woods se selló el 22 de julio de 1944 y dio origen al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Desde entonces han aparecido nuevos paradigmas. 

Pese a la fama que le precedía al británico John Maynard Keynes, cuyas teorías económicas aún tienen vigencia en el mundo, en 1944 no pudo imponer sus tesis frente al estadounidense Harry Dexter White, un economista con menos trayectoria pero con más poder a la hora de negociar. Y lo que estaba en juego en la negociación eran las reglas que regirían al capitalismo luego de la Segunda Guerra Mundial.

El encuentro entre ambos economistas tuvo lugar en el Hotel Mount de Bretton Woods, en New Hampshire, Estados Unidos. Aunque ellos ya habían intercambiado información durante algunos meses, las negociaciones decisivas arrancaron el 1 de julio de 1944 y terminaron el 22.

Bretton Woods, un pequeño destino turístico rodeado de montañas, quedó atado a la historia del capitalismo porque ahí se desarrolló la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, en la cual se firmaron acuerdos que dieron forma a la economía de la posguerra, con la creación de dos instituciones clave: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, conocido hoy como Banco Mundial (BM), ambos con sede en Washington.

También se acordó que el dólar sería la moneda de referencia internacional y se esbozó lo que cinco décadas más tarde sería la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Los acuerdos alcanzados en Bretton Woods fueron la respuesta de los países ganadores de la Segunda Guerra Mundial -principalmente Estados Unidos- a los problemas económicos que antecedieron al conflicto bélico, es decir, la Gran Depresión en EE.UU., el abandono del patrón oro y el proteccionismo comercial.

Para superar esos problemas se debía fomentar el progreso económico, el comercio internacional y la estabilidad monetaria y financiera.

En Bretton Woods se quería dar un nuevo impulso al capitalismo, para lo cual había dos propuestas sobre la mesa, defendidas por los economistas Keynes y White.

El primero pretendió, sin éxito, que el mundo crease un órgano internacional de compensación que sería capaz de emitir una moneda propia -el bancor- vinculada a las divisas fuertes y que sería canjeable por moneda local.

A través de ese organismo, los países excedentarios financiarían a los deficitarios, lo que haría crecer la demanda mundial y evitaría la deflación.

“Pero la idea no convenía a los intereses de Estados Unidos, que no quería gastar su superávit en compensar a países deudores”, recuerda Joaquín Estefanía, del Diario El País, en el artículo titulado ‘El duelo que marcó Bretton Woods’, publicado el 19 de julio pasado.

Ante esa propuesta, White respondió que no era necesaria una nueva moneda como el bancor, pues ya existía una que cumplía el mismo objetivo: el dólar. Y para generar confianza, Estados Unidos se comprometió a convertir cada onza de oro en 35 dólares, explica Marco Naranjo, profesor de Economía de la Politécnica Nacional y de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Con su propuesta, Keynes quería recuperar las cosas que funcionaron bien en el pasado, como el patrón oro, pero sin las rigideces que lo volvieron inaplicable en épocas de crisis. “Mientras estuvo vigente el patrón oro, el comercio mundial creció como nunca antes, a tasas de dos dígitos”.

Para Naranjo, en los 75 años del Acuerdo de Bretton Woods Estados Unidos ha logrado mantener al dólar como la moneda del mundo. “Pasamos del patrón oro al patrón dólar”.

En la actualidad, el dólar no solo cumple la función de reserva de valor, también es el medio de pago mundial y es la unidad de cuenta para todas las transacciones internacionales, ya que los precios del banano, las máquinas, el petróleo o el cacao se fijan en dólares.

Con los acuerdos de Bretton Woods, la supervisión internacional del manejo económico se hizo más fuerte a través del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Esto también se aplicó a Ecuador, que fue uno de los 44 países aliados que estuvieron presentes en Bretton Woods. Esteban F. Carbo y Sixto E. Durán Ballén fueron los delegados del presidente José María Velasco Ibarra.

A propósito de los 75 años de Bretton Woods, David Lipton, director interino del FMI, destacó el 16 de julio pasado que el mundo de hoy es mucho mejor que en 1944. “Un PIB per cápita mundial cinco veces mayor que en 1945. Más de mil millones de personas liberándose de la pobreza. Y otros miles de millones aprovechando losbeneficios mutuos que genera el comercio mundial”.

Añadió que el FMI es distinto al que se creó hace 75 años, gracias a que ha sido capaz de adaptarse a los cambios, los cuales van a continuar en los próximos años. Y citó tres ejemplos. Uno, los cambios en el poder económico y financiero, que afectarán al papel del FMI. Dos, el cambio tecnológico, que transformará las economías y creará nuevas oportunidades y desafíos de política económica, incluidos los servicios financieros. Y tres, las nuevas amenazas al multilateralismo, que probarán si las instituciones de Bretton Woods siguen siendo relevantes.

Para los críticos de estas instituciones, la crisis del 2008 dejó ver su falta de respuesta a problemas globales. “Parecían mal equipadas para brindar una respuesta coherente a los nuevos desafíos, y mucho menos evitar la próxima crisis”, señalaron Myron Brilliant y Gary Litman, de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, en un artículo publicado por la revista Financial Times.

Tharman Shanmugaratnam, ministro principal de Singapur, cree que el sistema de Bretton Woods, tal como está constituido actualmente, se está desmoronando. En lugar de defender las instituciones creadas en 1944, dice, los líderes mundiales deberían colaborar a través de plataformas nacionales y regionales interconectadas para enfrentar desafíos específicos, como la migración o el cambio climático.

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